Opinión
Ver día anteriorMartes 22 de julio de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
La fetidez genocida del franquismo
R

ecientemente en España, sobre todo en la parte meridional, han surgido grupos de furibundos racistas y xenófobos que pretenden agredir a grupos de migrantes y muchas veces lo consiguen. Entre esos energúmenos hay varios que gritan ¡Viva Franco! Recordemos algunos sucesos relacionados con el desarrollo del franquismo en España a partir de 1936. En octubre de ese año, cuando la rebelión encabezada por el general Franco ya estaba en marcha, un hombre mutilado del cuerpo y también de la mente, el general Millán Astray, gritó al filósofo Miguel de Unamuno: ¡Muera la inteligencia! y ¡Viva la muerte! Por supuesto, Millán era partidario de Franco y aborrecía todo lo que significara progreso. Con sus histéricos gritos mostró la fetidez de su estupidez y su canto lúgubre a la muerte, todo lo cual era como la filosofía del franquismo.

Puedo citar más de 200 casos de crímenes de lesa humanidad efectuados por las tropas y mercenarios franquistas. Citemos, por ejemplo, el caso de Badajoz, ciudad extremeña ubicada en la frontera con Portugal. En esa urbe una exigua tropa republicana resistió a los franquistas en la segunda quincena de agosto de 1936 y terminó siendo derrotada por la enorme superioridad que el ejército rebelde al mando del teniente coronel Juan Yagüe. Comenzó entonces una represión infernal y se dio la orden de fusilar a muchos contingentes de la población civil; periodistas extranjeros narraron que ni siquiera podían dormir porque se escuchaban constantemente los tremebundos ruidos de los fusilamientos en cada noche de agosto. Gran parte de la población fue arrestada y se la llevó a la plaza de toros donde fue acribillada con ráfagas de ametralladora. La ciudad se convirtió en un escenario inundado de sangre de los combatientes leales al gobierno republicano he incluso los templos católicos fueron escenarios de la terrible matanza. Un periodista estadunidense del New York Herald Tribune preguntó a Yagüe a qué se debía la represión contra muchos habitantes de la población. Yagüe contestó: por supuesto que los matamos. ¿Qué quería usted, que llevara 4 mil prisioneros rojos conmigo; eso no podía ser porque tenía que avanzar mi columna a contrarreloj?, ¿o pensaba que los iba a soltar en la retaguardia y que volvieran a Badajoz para hacerla otra vez roja?

Otro caso es el famoso de Guernica, ocurrido el 26 de abril de 1937. Era día de mercado y varios contingentes de la población civil acudieron al mismo, sobre todo campesinos que llevaban muchos de sus animales. Al mediodía y súbitamente el pueblo empezó a ser bombardeado por varios aviones alemanes de la llamada Legión Cóndor de filiación nazi y también por aviones italianos al servicio del fascismo mussoliniano. La ciudad quedó envuelta en llamas y fue destruida en sus tres cuartas partes. Se calcula que hubo cerca de 300 muertos y centenares de heridos. Fueron destruidos 271 edificios y debe recordarse que los nazis alemanes y los fascistas italianos constituyeron un apoyo decisivo para el ejército franquista, que quizá no hubiera vencido sin ese apoyo.

El general Emilio Mola, que encabezaba la rebelión junto con Franco, declaró que su ejército vencería, aunque tuviera que acabar con la mitad de los españoles. Una especie de gran discípulo de esos generales españoles es el gobernante israelí Benjamin Netanyahu que no pretende acabar con la mitad del pueblo palestino, sino con todos los palestinos.

El historiador inglés Paul Preston opina que Franco no era fascista sino algo peor. Preston publicó un libro sobre lo que llama El Holocausto español y apuntó el horror de ese terrible genocidio. En la época contemporánea debemos oponernos con lo máximo de nuestras energías a condenar toda clase de crímenes de lesa humanidad y combatir vigorosamente para que rija una democracia auténtica en las naciones y sea una realidad la solidaridad entre los seres humanos, aunque existan muchas diferencias ideológicas y culturales entre nosotros.

Cuando se grita ¡Viva Franco! se expresa una apología de la perversidad, el racismo, la xenofobia y el impulso a nuestra extroversión de los impulsos más bajos que obstaculizan el florecimiento humano.