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Vicente Estrada y el río de la insumisión
E

l maestro Vicente Estrada Vega es un sabio campesino, enamorado de la tierra. Sabe de suelos, semillas y agua. Conoce la incertidumbre que viven quienes se dedican a la agricultura con la rueda de la fortuna de los mercados, el clima y las plagas. Ha vivido en carne propia el sueño y la pesadilla de enfrentar caciques, coyotes, trasnacionales, a militares que los defienden y a los políticos que los protegen.

Por eso, además de Vicente, en distintos momentos de su vida ha tenido que llamarse Dionisio, Andrés, Jorge, César y otros nombres. Durante muchos años vivió a salto de mata, o subiendo a la Sierra, o protegido por los viejos jaramillistas, o en un pequeño cuarto en Santa Clara, estado de México. O, desaparecido en el Campo Militar número uno, y en las crujías B, con los presos comunes y en la O con los políticos en el Palacio Negro de Lecumberri y también en la Penitenciaría Oriente de la Ciudad de México.

La conciencia, sostiene, se adquiere cuando se encara al enemigo, como le hizo en el movimiento obrero o en el grupo de Lucio Cabañas. Y en esa lucha no hay descanso. Nunca lo ha tenido. Nació en la barraca Cantarranas, en Tax­co, Guerrero, en 1937, cuando no había combis. Así que las subidas y bajadas de Taxco tuvo que hacerlas desde los seis años andando, desde la casa donde nació al panteón, y de allí al cazaguate. Si sus piernas se cansaban tenía que seguir, imponerse a los encontronazos. Y cuando tropezaba y se volaba una uña por accidente, le dolía, pero tenía que seguir, no podía parar. Estaba obligado a llegar a su destino.

Su padre, minero, murió de silicosis cuando él era un niño. Igual, Dionisio creció entre socavones, escuchando la tos seca de quienes están condenados a morir, respirando los hedores de los jales infestados de cianuro. A pesar de las riquezas que extraían de las entrañas de la tierra, la región era tan pobre que, para sembrar maíz, no había barbechos, sino puros tlacololes en las faldas de los cerros, y se necesitaba trabajarlos con azadón y un enorme esfuerzo físico.

Hijo de la educación pública, cursó la primaria en el internado de Tixtla. Al terminar, en 1956, viajó con su madre a la Ciudad de México y, para ayudarla a sacar adelante a sus hermanos, fue cargador en La Merced y obrero en la fábrica de muebles Excélsior. Trabajaba de las siete de la mañana hasta las nueve o 10 de la noche y le tomó gusto al curado de apio.

Al año, se regresó a estudiar a la Normal Rural Raúl Isidro Burgos. Fue maestro porque, para los que son como él es la única profesión posible. Allí tuvo un lugar para dormir, comida y libros para estudiar. Pero, también, mucho más. Ayotzinapa –afirma– es todo, son las raíces, es el sentimiento hacia los demás. Es el olor a los campos de cilantro, guayaba y mango; la vista de los volcanes, el chorro de agua cayendo en la espalda después de jugar basquetbol. Allí se enseñó a hablar en público gracias a los campesinos, se formó política y teóricamente y le nació la conciencia. En 1962, participó en el movimiento que derrocó al gobernador Caballero Aburto, ocupando la presidencia municipal de Tierra Colorada.

Estaba en segundo de secundaria cuando llegó a sexto de primaria de ­ Ayotzi un muchacho mayor que terminaría provocándole un vuelco en su vida. Se llamaba Lucio Cabañas y se volvieron amigos entrañables. Lo fueron hasta que Vicente cayó en prisión por ser, según un compañero de la Liga 23 de Septiembre que anduvo también enmontañado, el enlace principal entre la guerrilla del Partido de los Pobres en la sierra y la base de apoyo en las ciudades, y, un mes después, el comandante Cabañas murió en combate. A su manera, aunque Dionisio siga sus andanzas en este mundo y Pablo (así firmó Lucio el Folleto Verde en la reunión de Puebla) ande cabalgando con Zapata, Che y Jaramillo, siguen siendo camaradas y hermanos.

Vicente partió a terminar la carrera magisterial en la Nacional de Maestros en la Ciudad de México y se volvió othonista. Dio clases en una primaria de San Mateo Tlaltenango y tuvo el honor de estar entre los primeros 100 profes a los que les rescindieron el contrato por participar en el Movimiento Revolucionario del Magisterio. Estuvo cesado cuatro años y nunca dejó colgados a los padres de familia.

El maoísmo le dio una línea de acción, servir al pueblo fue su credo, y la Larga Marcha fuente de inspiración. Militó en la seccional ferrocarrilera de la Liga Comunista Espartaco y se volvió André s, compañero del alma de Francisco González. Años después, al convertir la cárcel en escuela y pasar allí la época más completa de su vida, encontró aliento en Las cartas del sur de los vietnamitas. Igual, Fidel Castro y la revolución cubana le parecen una chulada.

Junto con Plutarco García y el mayor Félix Serdán se dedicó a reorganizar el movimiento jaramillista. A bordo de un Volkswagen lograron recomponer el estado mayor de Rubén, convirtiendo el torrente de agua subterráneo del agrarismo radical en un caudaloso río de insumisión pobrista a cielo abierto. Varios subieron a la sierra, se reunieron con Lucio, escondieron y ayudaron a militantes del MAR, Guajiros, Unión del Pueblo y 23 de Septiembre, mientras seguían luchando por el legado de Emiliano Zapata.

Lejos de doblarlo, la cárcel le reforzó la convicción de seguir caminando sobre sus pasos. Cuando una amnistía le devolvió la libertad después de más de cuatro años tras las rejas, se dedicó, con todas sus fuerzas y su conocimiento de la Costa Grande guerrerense, a dar a conocer en directo los testimonios de los familiares que tenían torturados o desaparecidos y a buscar castigo a los culpables y justicia.

El maestro Estrada Vega ha hecho patria. Patria –explica– significa todas las luchas que se han dado para que tengamos derecho a disfrutar del territorio y los recursos naturales. Es donde se desarrolla nuestra cultura, nuestro pasado, nuestro futuro y nuestro presente.

Con 88 años, Isauro conserva la necedad de siempre en la lucha por la dignidad y emancipación de los de abajo. Fiel a la herencia de su tocayo Vicente Guerrero, se ha levantado mil veces. Ha cumplido con lo que le tocaba cumplir.

X:@lhan55