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Brasil: crisis a la vista
S

i el ambiente interno ya estaba tenso, Donald Trump se encargó de hacerlo aún más tirante.

El lunes 7 de julio el mandatario estadunidense emitió un mensaje de apoyo a Jair Bolsonaro, el desequilibrado ultraderechista que presidió Brasil entre 2019 y 2022, exigiendo la suspensión de los juicios y acusaciones contra éste, y el miércoles 9 anunció que a partir del 1º de agosto las exportaciones brasileñas pagarán un arancel de 50 por ciento para entrar a Estados Unidos.

Trump exige –no pide, exige– que Bolsonaro sea declarado inocente en el juicio donde aparece como reo por haber intentado un golpe de Estado luego de perder las elecciones presidenciales de 2022 que Lula da Silva ganó.

De esa manera, se fue de frente contra la posición del Supremo Tribunal Federal –instancia máxima de la justicia en Brasil–, que no sólo reconoció el resultado electoral, sino que ahora impuso penas a Bolsonaro.

El viernes 18 de julio le instaló una tobillera y determinó que no podía usar redes sociales, acercarse a embajadas ni comunicarse con su hijo Eduardo, quien desde marzo está en Estados Unidos en feroz y permanente campaña exigiendo junto a la Casa Blanca que su padre sea declarado inocente, así como defendiendo que a Brasil se le impongan penalidades mientras su objetivo no se logre.

Entre otros éxitos de Bolsonaro junto a la extrema derecha en su campaña, logró que el mismo Trump pasara a exigir declaración de inocencia, amenazando –en caso de que no se les atienda– con imponer una tarifa de 50 por ciento a las exportaciones brasileñas a Estados Unidos. La medida haría inviable el comercio entre ambos países.

Trump optó por decretar esas sanciones comerciales y con fecha: el primero de agosto. Queda por ver si cambia de idea.

Si no lo hace, los ciudadanos de Estados Unidos comenzarán a sentir sus efectos a partir del desayuno, pues tanto el jugo de naranja como el café tienen como principal provedor precisamente a Brasil. También buena parte de la carne vacuna que consume sale de ganaderías brasileñas.

Por ahora queda en el aire la duda de si Trump cumplirá con lo que anunció e impondrá esos aranceles tan elevados a Brasil.

Lula reaccionó de manera dura en un primer momento, mencionando la posibilidad de aplicar sanción una recíproca, pero luego –y sin mirar atrás– optó por dejar el tema en manos de la diplomacia.

No queda otra que esperar al viernes primero de agosto para ver qué pasa y cómo quedarán las relaciones entre los dos países.