Opinión
Ver día anteriorSábado 19 de julio de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
La guerra malvada
E

n sus memorias, el dos veces presidente y general ganador de la guerra civil, Ulysses Grant escribió: No pienso que haya habido una guerra más malvada que la que desató Estados Unidos contra México. Así pensé en su momento, cuando era joven, pero carecía del coraje moral suficiente para renunciar.

La guerra de agresión contra México se fue construyendo en Estados Unidos en medio de una enorme animadversión racista hacia México. Aun el sector político que se oponía a la política bélica contra México tenía de argumento central que no querían mezclarse con una raza inferior.

La anexión de Texas a Estados Unidos terminó siendo el factor que definió las elecciones presidenciales en 1846 y la agresión contra México. Detrás de las maniobras electorales se encontraba el Viejo Nogal Jackson que al amparo de la teoría del Destino Manifiesto buscaba que el nuevo presidente se comprometiera con la anexión texana y luego, con la invasión a México. Jackson maniobró para eliminar al candidato natural del Partido Demócrata, quien ya había sido presidente del país por un periodo, Van Buren, y en su lugar impulsó a su joven discípulo James Polk, quien seguiría las directrices anexionistas del Viejo Nogal. Así comenzaron las maniobras políticas que bajo la idea de una idea cuasi religiosa de destino manifiesto se erigieron en la estrategia expansionista e imperialista que definiría a esa nación. La idea del Destino Manifiesto fue expresada por el periodista John O’Sullivan en la revista Democrática en 1845 para justificar la anexión de Texas y la expansión estadunidense. Según el historiador William Earl Weeks, había tres principios básicos detrás del concepto: La presunción de la virtud moral única de los Estados Unido; la afirmación de su misión de redimir al mundo mediante la difusión del gobierno republicano y, más generalmente, del estilo de vida americano; y la fe en el destino divinamente ordenado de la nación para tener éxito en esta misión.

Sin embargo, el personaje clave del lado estadunidense fue Nicholas Trist. Hablaba español. Su carácter y rasgos culturales fueron esculpidos por Thomas Jefferson: su escepticismo religioso, racionalista y apego a conceptos abstractos de justicia. Trist estaba casado con la nieta de Jefferson y fue su secretario privado. Después su protector y promotor fue Andrew Jackson. Lo hizo secretario privado y luego lo nombró cónsul en La Habana. A los 45 años, Jackson convenció a Polk de que lo nombrara segundo de abordo en el Departamento de Estado. Trist encarnaba dos rasgos que Jefferson dejó marcados en su nieto político: su arrogancia intelectual y su desconfianza a las guerras. El secretario de Estado Buchanan lo propone como negociador en jefe frente al gobierno mexicano una vez que el general Scott desembarcó en Veracruz. Trist mantenía dudas sobre la guerra con México y el tratado que había sido comisionado a negociar y que incluía el despojo desde la Alta California hasta Nuevo Mexico. Polk desconfiando de su plenipotenciario le exigió que regresara, pero Trist aunque convencido de la iniquidad de la guerra decide culminar su misión que cristaliza en el tratado de Guadalupe Hidalgo, el 2 de febrero 1848.

Los otros dos personajes claves fueron los generales Winfield Scott y Zachary Taylor. El primero fue general, diplomático y candidato presidencial de su país. Zachary Taylor fue un líder militar que se desempeñó como duodécimo presidente de Estados Unidos de 1849 a 1850. Fue, además, el segundo presidente que murió durante el mandato y el último que poseyó esclavos durante su gestión.

Pero a la sombra y a veces a la vanguardia de Polk, se encontraba su esposa Sarah Childress de familia de presbiterianos dueños de esclavos en Tennesee. Lo que marcó más fuertemente su profunda relación con su esposo es que no tuvieron hijos y en consecuencia ella se dedicó en cuerpo y alma a las actividades depredadoras de su marido.