oy la humanidad, es decir, la especie humana, enfrenta una situación de polarización extrema que no suele describirse de manera tajante con los términos adecuados. Los analistas acostumbran referirse a ello de manera suave con palabras como multilateralismo, guerra de aranceles o pensamiento único. Sin embargo, el enfrentamiento verbal entre Luiz Inácio Lula da Silva y Donald Trump, es decir, entre los presidentes de Brasil y de Estados Unidos, encierra una batalla planetaria. No solamente se trata de dos visiones del mundo radicalmente opuestas, sino de la puesta en acción de dos procesos sociales, económicos, culturales y ambientales contrarios.
Veamos el caso de la distribución de la riqueza. Cada año el Banco Suizo (Suisse Banque) publica su análisis de la distribución a escala global. De acuerdo con el último reporte de 2024 una élite de 60 millones o 1.6 por ciento detentan 48 por ciento de la riqueza mundial, seguidos por 16.4 por ciento con 39 por ciento de la riqueza. Entre ambos concentran 87 por ciento. En el siguiente estrato, que puede considerarse como de las clases medias, 12 por ciento de la riqueza se encuentra en 41 por ciento del número de individuos. Finalmente, los pobres del mundo, representando casi 41 por ciento sólo poseen 0.6 por ciento de la riqueza. En el caso de México, la situación es de mayor injusticia. Un reducido grupo de sólo 339 mil mexicanos (0.3 por ciento de la población) poseen patrimonios que superan un millón de dólares y que sumados resultan en 788 mil 571 millones de dólares, que equivalen a ¡la mitad de la economía nacional! Cuarenta y tres por ciento de estos patrimonios se componen de activos financieros y el resto de no financieros, como viviendas y tierras. La mayoría de este patrimonio será heredado a los descendientes ( La Jornada, 19/6/25). Lo anterior hace del país la décima economía más desigual del mundo, según el Índice de Gini. La injusticia agraria no se queda atrás, tal y cómo lo mostró Sarah K. Lowder y colegas a partir de una secuencia con datos de la FAO (https://acortar.link/sv6mRS).
Y en la misma tesitura podemos ubicar a la injusticia climática. Los países más poblados y/o ricos son los principales responsables históricos de las emisiones de carbono, pero son los países más pobres los que más sufren por el cambio climático. Es importante destacar que las emisiones totales de dióxido de carbono a escala mundial alcanzaron un nuevo récord en 2024, superando 37 mil millones de toneladas métricas. Los países con mayores emisiones de carbono en 2024 son China, Estados Unidos, India y Japón.
Ante lo anterior, el eje fascista actual, conformado por Estados Unidos, Israel, Argentina, Italia, Polonia y Hungría, no tiene propuestas. Estamos ante gobiernos de los mutimillonarios, por los multimillonarios y para los multimillonarios. Sus discursos marcados por la rabia, recuerdan los de Hitler, Mussolini y Franco. El paralelismo es inevitable. Los bombardeos despiadados contra los palestinos, con el silencio cómplice de Europa y el aumento histórico del presupuesto de la OTAN, son inmorales y escandalosos.
En contraste total con lo anterior, el BRICS, formado por 11 países encabezados por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, que representan la mitad de la población humana, celebró en Brasil hace unos días su cumbre en que por primera vez participó México en calidad de observador.
En su resolución final, el BRICS se comprometió a disminuir la desigualdad social, resolver la crisis climática y atender los problemas de salud de las mayorías. Este último compromiso incluye el fortalecimiento de la Organización Mundial de la Salud, uno de los muchos organismos multilaterales saboteados por Donald Trump, quien además niega la existencia del cambio climático. Ante las amenazas de Trump contra los países alineados con el BRICS, el presidente de Brasil respondió: El mundo ha cambiado, no queremos ya un emperador
. En suma, estamos ante un dilema fundamental entre las fuerzas desatadas del fascismo y su contrapeso, el BRICS. Ello ilustra de nuevo el choque entre las fuerzas de la muerte y las de la vida. O como expresó Edgar Morin a sus 105 años: Mientras la vida me envuelva, la muerte retrocede
.