La fiesta de los dineros apátridas
alvo las imposiciones fiscales y aquello que se considera ilegal, en este país la gente puede gastar su dinero en lo que mejor le plazca, pero hay dineros que cuando se emplean en algo que ofende, no sólo muestran la calidad humana de quien los desembolsa, sino que lastiman la identidad nacional, por ejemplo.
El sábado pasado, en un hotel de la Ciudad de México, una veintena de empresas invirtieron sus dineros en celebrar la llegada de un nuevo embajador de Estados Unidos a nuestro país. La fiesta fue en grande, solamente habría que decir que compañías tan importantes como American Express, Delta Aeroméxico, Pfizer, HSBC, Tv Azteca y ADN40, en los primeros lugares, entre otras, eran señaladas como las que auspiciaron el evento.
Pero hubo de todo esa noche, incluso la sonrisa de quienes desfilaron por la pasarela seguramente con el sabor amargo del anuncio que unas horas antes advertía del 30 por ciento que la administración Trump, de la que es representante el nuevo embajador, cargó sobre México.
Algo quisieron decir las empresas y los presentes. Como complemento al desfile de personalidades que pasaron por la alfombra –parece que no fue roja– de uno de los hoteles más antiguos e importantes del rumbo de Polanco, en la alcaldía Miguel Hidalgo, en las enormes pantallas dispuestas en el salón del evento se exhibieron los nombres y logotipos de los inversionistas de la noche.
La felicidad del momento ahogó la memoria. Nadie hablaba de las redadas en California, donde ya hubo un muerto, ni de los aranceles impuestos a productos mexicanos, menos aún de uno de los principales enemigos del gobierno de EU, ese que ha obligado al cierre de fronteras: el temible gusano barrenador, que ha hecho que los empresarios mexicanos de la carne pierdan millones y millones de dólares; y qué decir de las amenazas constantes, semana con semana, que Trump lanza sobre México.
Todo eso fue de una importancia menor; ni siquiera festejar la llegada del que alguna vez usó una boina verde para combatir a las fuerzas insurgentes de algunos países, por ejemplo en Latinoamérica –primer militar convertido en embajador en México desde los inicios del siglo pasado–, se situó en lo sobresaliente. Lo de mayor relevancia, nos cuentan, eran ellos mismos, los políticos invitados, las empresas patrocinadoras.
Y es que en algunos casos las entidades financieras que respaldaron el evento querían ser identificadas como parte de grupo de apoyo al gobierno del republicano, pero hubo otras que inequívocamente suplicaban el apoyo de la embajada del gobierno gringo para burlar al de su patria, al de la patria que desconocen en asuntos como el pago de impuestos y otros más.
Los políticos que aceptaron pagar casi 4 mil pesos por boleto para disfrutar de la cena de gala que no admitía vestimenta casual; políticos zombies que desfilaban sin remordimientos ni memoria, ¿qué más hay que decir?, ¿qué nos pueden decir en la tribuna de cualquiera de nuestras cámaras legislativas en cuanto a la relación México-EU después de la noche de los zombies?
Para no ir más lejos, parece que todo está dicho.
De pasadita
Muy mala señal la que nos han mandado las autoridades luego del ataque con que se quería protestar en contra de la gentrificación que sufre todo México, porque lo que ha quedado en la idea de todos es la impunidad con que ejercen la violencia ciertos grupos.
Les comento esto porque ya hay quien dice ahora que para que una manifestación de descontento en contra de cualquier acción que involucre alguna decisión de gobierno sea tomada en cuenta, será necesario llamar al bloque negro
para que violente la vía pública y los negocios. ¿Será?