Opinión
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Tráfico ilegal de especies animales y vegetales
E

l doctor Alfonso Vázquez Botello, ilustre investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), me hizo llegar una videograbación en la que se muestra la crueldad de los traficantes de tortugas marinas en Quintana Roo. Una aparece inmovilizada entre basura. Así estuvo durante días. En el mismo video, se expone el atentado que sufriría la biodiversidad de Cozumel si se construye un nuevo muelle para cruceros. Y en el sitio menos indicado: cerca del principal arrecife de coral de Mesoamérica. Los corales se encuentran en peligro por el calentamiento global. En el Caribe mexicano, también por el arribo masivo de sargazo.

El video lo envié a Mariana Boy Tamborrell, titular de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y quien escribe la presentación del reciente número de La Jornada Ecológica, en el que se brinda a los lectores información relevante sobre el tráfico ilegal de especies animales y vegetales en el país. La dependencia a su cargo precisamente tiene como finalidad combatir dicha práctica y proteger la biodiversidad.

Se trata, señala Boy Tamborrell, de un delito sancionado por la legislación vigente que tiene un impacto irreversible en las poblaciones de las que se extraen ejemplares, así como en el patrimonio natural de la nación. Los funcionarios de la Profepa responsables de combatir el tráfico ilegal, así como Jorge I. Mendoza Marroquín, investigador de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, y el profesor Javier Enrique Sosa-Escalante, de la Asociación Mexicana de Mastozoología, detallan en qué especies, regiones, formas y participantes se centra dicho tráfico.

Describen, además, los alcances de ese próspero negocio a escalas nacional e internacional y que con mucha frecuencia se perpetra a través de las redes sociales; la dimensión de este delito en México, lo que se hace y falta en la realidad para combatirlo. Un ejemplo sobresaliente de lo anterior ocurre en Chiapas, Oaxaca y Veracruz, entidades con una preciada biodiversidad y en las que se capturan para la venta perezosos de dos dedos, monos araña, cariblanco o capuchino; saraguatos, tortugas casquito, tucanes, mapaches, boas, coralillos, nauyacas, osos hormigueros, iguanas y jaguares. También las 22 especies de loros, pericos y guacamayas clasificadas en la categoría de riesgo de desaparecer. Muchos otros animales se encuentran en las listas de protección del país y el mundo.

El tráfico ilegal de vida silvestre también incluye la flora: cactáceas, hongos, orquídeas, cuyo hábitat está muy amenazado por la extensión de la frontera agrícola, la deforestación de bosques y selvas y la minería. En Veracruz se comercia especialmente la bella flor naranja, que muere si está fuera de su hábitat. También se saquea la vida marina: la vaquita, los pepinos de mar, las tortugas y los corales, por ejemplo.

El principal mercado para adquirir preciados ejemplares de la biodiversidad es la Ciudad de México. Algunos de los que manejan este criminal negocio disponen de catálogos en los que potenciales compradores pueden escoger la especie que buscan. Incluso leones, tigres, jaguares, pumas y osos negros. Los catálogos se distribuyen vía las redes sociales. La especie elegida la envían al lugar que indique el cliente. Tarea ardua la de los inspectores y el sistema de seguridad pública desbaratar la cadena integrada por la extracción, traslado y venta de especies.

Pese a la tarea gubernamental por combatir el mencionado delito; a las carencias legales y de recursos que todavía existen para tal fin, un elemento básico para tener éxito es la educación ambiental dentro y fuera de las aulas. Es necesario que la población entienda que las especies capturadas fuera de su hábitat no son adornos ni mascotas y deben vivir en libertad. En esa tarea los medios de comunicación juegan un papel clave.

Bajo el lema de No compres, no regales, no extraigas: tu casa no es su casa. ¡No son mascotas!, funcionarios de la Profepa e investigadores que combaten el comercio de especies animales y vegetales e ilustran sobre sus negativos efectos, piden a la ciudadanía no ser parte de esa cadena depredadora. Por el contrario, denunciarla, a fin de garantizar el óptimo estado de la fauna y la flora de México.

Para Javier Aranda Luna, en su duelo.