F
raccionadores se apoderan de tierras en Chalco
. Asesinan a colaboradores de la jefa de Gobierno
. Abandono del campo en Zacatecas
. Puerto de NY, responsable del choque de buque escuela
. “Fue una ejecución; secretaria particular y coordinador de asesores de Brugada”. “Un piloto de EU dirigía el buque Cuauhtémoc cuando chocó”. “‘¡No fue accidente!’, claman en la inhumación”.
Golpe a las instituciones. Yo no sé si ésta es la hora de que hablen los dioses… pero el momento actual de la Historia es tan dramático, el sarcasmo tan grande, la broma tan sangrienta… y el hombre tan vil… que el poeta prometeico… el payaso de las bofetadas… se yergue… rompe sus andrajos grotescos de farándula, se escapa de la pista, se mete por la puerta falsa de la gran asamblea donde los rasposos y los mercaderes del mundo dirigen… y pide la palabra.
“Esta pantomima sangrienta y desgarrada, ese truco monstruoso y despiadado que está aquí en la picota del escarnio… ¿Para qué? ¿Qué significa? ¿Adónde nos lleva esto? ¿A la justicia? Pero, ¿qué es la justicia? ¿Existe la justicia? Si no existe, ¿para qué está aquí don Quijote? Y si existe, ¿la justicia es esto? ¿Un truco de pista? ¿Un número de circo? ¿Un pim-pam-pum de feria? ¿Un vocablo gracioso para distraer a los hombres y a los dioses? Respondedme… Respondedme. Que me conteste alguien… ¿Qué es la justicia? Silencio. ¿Otra vez el silencio?”
Para León Felipe, quien conoció el horror de la guerra y la morada del exilio, don Quijote es el poeta prometeico que se escapa de su crónica y entra en la Historia hecho símbolo y carne, vestido de payaso y gritando por todos los caminos: ¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!... Sólo la risa del mundo, abierta y rota como un trueno, le responde. ¡Oh, paradoja monstruosa! Todas las voces de la Tierra, zumbando en coro, haciendo rueda en los oídos de ese pobre payaso, del gran defensor de la justicia, con este estribillo de matraca: ¡No hay justicia!... ¡No hay justicia!... ¡No hay justicia!
, y el mundo clama por ella. Como el poeta, queremos justicia, porque la justicia nos dará el orden. Justicia hay que pedir y no orden. El orden no es más que una consecuencia de la justicia
.
Éste es el canto del poeta español León Felipe, quien tan certero denunció la injusticia. Proceden de sus obras El payaso de las bofetadas y El pescador de caña, que se emparentan con Don Quijote cuando pronunció por primera vez la palabra justicia en los campos de Montiel
.