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Economía moral

Dictadura sobre las necesidades. La visión de György Márkus sobre el socialismo realmente existente/ VI

N

o hay una respuesta única y directa a la pregunta de quién es propietario o poseedor de los medios de producción nacionalizados en los países socialistas de Europa Oriental (PSEO), responde György Márkus (GM) a su propia pregunta con la que concluyó la entrega anterior (15/11/2024), porque primero hay que establecer lo que ‘poseer’ significa en estas condiciones específicas. Pero esta cuestión no puede ser soslayada mediante el supuesto de que las relaciones de propiedad en este tipo de sociedad no desempeñan el papel determinante adscrito a ellas por Marx, puesto que aquí la política domina sobre la economía. A pesar de la importancia que este concepto desempeña en su teoría de las formaciones sociales, Marx nunca ofreció una caracterización directa de lo que debe entenderse por relaciones de propiedad. Aunque repetidamente enfatizó, al aludir a economías precapitalistas (preCPL) la necesidad de hacer una distinción escrupulosa entre título legal de propiedad y las relaciones económicas reales, que las legales pueden expresar distorsionadamente, en su análisis del capitalismo (CPL) supuso (razonablemente para el CPL clásico) una coincidencia completa entre ellas. La dificultad real está en otra parte. El título legal en la sociedad burguesa unifica un conjunto de derechos de disposición sobre objetos monopolizados que en otras sociedades se diferencian agudamente y que pueden pertenecer a agentes sociales del todo diferentes. Marx se refería a lo que ocurre en el CPL, empezando por la facultad de mando social. La propiedad es siempre un tipo de poder. No es claro, sin embargo, cómo deban conceptualizarse cuando, en conexión con la diferenciación entre varios tipos de derechos de disposición, este poder social de mando está también (de manera articulada), dispersa entre diferentes sujetos sociales. Teorías del CPL contemporáneo ya enfrentan dificultades en este punto, dado que la separación de las funciones de administración y propiedad va acompañada de una tendencia a la disociación del derecho de uso y del de disfrute y en correspondencia una creciente distinción entre el poder efectivo de disposición sobre las condiciones del proceso de producción (PrPr) y el de apropiación del excedente. Hay muchas disputas al respecto. Esta situación es más compleja en los PSEO, donde es dudoso que la distinción pueda establecerse. Los autores se proponen llenar los vacíos que dejó Marx en esta materia al no haber formulado una conceptualización universal de las relaciones de propiedad y no lo ha hecho otro autor. Indican que comenzarán a buscar su materia en el concepto de burocracia (en los PSEO) que se ha caracterizado como el propietario, poseedor o usurpador de la propiedad nacionalizada. El director de una empresa nacionalizada, dadas las leyes, reglamentos y lo especificado en los indicadores del plan, tiene el poder de determinar la organización del PrPr al interior de la fábrica. Sus responsabilidades sólo son hacia los estratos superiores que deciden sobre su recompensa, promoción o remoción, y no hacia abajo, al personal de la fábrica que está organizado jerárquicamente como en occidente y sin organización sindical que no es tolerada. Las restricciones que enfrenta al respecto son más difusas: no debe provocar brotes de resistencia obrera, puesto que, de ocurrir una huelga, no sólo los participantes sino el administrador, pueden ser castigados. Sobre todo, debe mantener a los trabajadores en la fábrica, aunque su poder de retención es débil pues los trabajadores manuales pueden encontrar ocupaciones similares en otras fábricas.

Todo el poder del director depende de su posición en la jerarquía del aparato económico-administrativo. Puede haber algunos prerrequisitos para el puesto (membresía en el partido o estatus educacional), pero no hay ninguna base social que lo respalde fuera del aparato. Su poder no le da derecho a apropiarse parte del excedente. Recibe un salario y aunque recibe privilegios ocultos por su posición, la homogenización de la forma de ingreso con los trabajadores es engañosa. Su ingreso total es independiente de la ganancia de la empresa (como quiera que se calcule) y depende, sobre todo, de su posición jerárquica en el aparato burocrático. El director de una empresa grande con fuertes pérdidas tendrá un ingreso menor que el director de una pequeña con ganancias. El poder efectivo y la posición social de un burócrata de los PSEO se parece mucho más a la de un administrador en occidente que al de propietario capitalista. Su no titularidad al excedente producido y su inhabilidad para apropiarse una parte definida de éste, hacen imposible caracterizar al burócrata de los PSEO como propietario de los factores de producción que administra. Sus poderes reales que emanan de su función económica son derivativos, actúa como fideicomisario de alguien más ¿de quién? El burócrata de un PSEO también tiene una muy limitada opinión en la distribución del excedente, la mayor parte del cual será retirada por el Estado y su uso decidido por los altos mandos. Esto no quiere decir que el administrador socialista no tenga influencia en las decisiones centrales sobre su empresa, en particular sobre la porción del excedente a ella asignada. El Pr de planeación es en muchos aspectos un Pr de negociación multinivel en el cual el papel del aparato de la empresa es el de un socio júnior. Pero la habilidad del administrador socialista para influir en la distribución del excedente no guarda proporción con su desempeño económico, porque las relaciones de parentesco, por ejemplo, pueden pesar también. Mientras un CEO en occidente ve limitado sus poderes por la asamblea de accionistas que busca apropiarse del excedente, en los PSEO, los poderes del CEO son limitados por burócratas de más alto nivel motivados no por la ganancia, sino por factores más amplios. Estos burócratas son responsables de tareas que en el CPL se resuelven vía la interacción de mecanismos de mercado. Algunos ejemplos de estas tareas son asegurar la producción de cantidades específicas de artículos importantes; la obtención de divisas; mantener las importaciones productivas dentro de ciertos límites; hacer crecer la producción de acuerdo con las metas. Es el liderazgo del partido el que toma las decisiones sobre la distribución social del excedente. Mientras más alto se asciende en la jerarquía burocrática, mayor será la influencia de factores no económicos: militares, políticos, sociales y culturales. En lo económico es el árbitro final de las demandas conflictivas de asignación de recursos. Reintegra la economía en la totalidad social, remplaza la economía política con una política económica. Internaliza todas las externalidades; forja todos los factores económicos y extraeconómicos que influyen en el ingreso nacional en un todo autosustentado y dinámico. Esto lo hace sólo en teoría, porque no tienen el control sobre el ambiente económico externo del que dependen, y porque no pueden prever o determinar ciertos parámetros del ambiente interno: el consumo individual (CI) y la oferta de FT. Su poder sobre el CI es indirecto: mediante la fijación administrativa de precios, o creando escasez; su poder sobre la oferta de FT es indirecta (vía la determinación de salarios) e incompleta (restringiendo la movilidad de una parte de la reserva de FT). Las perturbaciones en el equilibrio económico respecto a las metas del plan hacen que las economías a nivel de empresa no lo sean necesariamente a nivel nacional.