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Tras 45 años, Tusk ha sido revalorado, se congratula Lindsey Buckingham
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▲ Los integrantes originales de la banda inglesa-estadunidense. A la izquierda, el guitarrista y compositor entrevistado.Foto tomada de la cuenta oficial de Buckingham
The Independent
Periódico La Jornada
Lunes 28 de octubre de 2024, p. 8

Desde su lanzamiento, hace 45 años, Tusk, de Fleetwood Mac, fue uno de los discos más audaces, valientes y desconcertantes de la historia del rock. Era experimental, destartalado y lleno de ruido de chatarra.

La anterior entrega de la banda, Rumours, era el noveno álbum más vendido de todos los tiempos, pero con Tusk estuvo dispuesta a arriesgar con el éxito monumental del folk rock que los había encumbrado.

Para Lindsey Buckingham, multiinstrumentista nacido en California, guitarrista, cantante y compositor de Fleetwood Mac, hacer Tusk era como comparar Parque jurásico con una pequeña película de culto independiente.

Aquí estamos en la tierra de (Steven) Spielberg, metaforiza sobre vender 16 millones de copias de Rumours en 1977, “pero si estás dispuesto a hacer lo que quieres y a perder nueve décimas partes de tu audiencia, entonces eres Jim Jarmusch (director de cine de autor). Eso es lo que he estado valorando desde Tusk.”

En 1979, este álbum vendió cuatro millones de copias, pero fue un gran revés comercial para Fleetwood Mac. Sin embargo, a medida que se fue redescubierto ha sido considerado un triunfo del arte y la creatividad sobre las burdas demandas de la música convencional.

“Rumours tal vez era un poco demasiado seguro o un poco demasiado decadente o un poco demasiado californiano”, manifiesta Buckingham, de 75 años, desde su casa en California, feliz de hablar sobre una producción que es como una historia de origen.

La audiencia, especialmente los artistas más jóvenes, comenzaron a apreciarlo, no sólo por la creatividad, sino por la razón de hacerlo. Podían ver que había un método en su filosofía, comenta.

Para Buckingham, quien se unió al grupo junto con la cantante Stevie Nicks en 1974, era simplemente el siguiente paso natural de un artista que seguía sus instintos.

“Con el primer álbum, Fleetwood Mac, de 1975 que vendió siete millones de copias, y luego con Rumours, todo lo que habíamos hecho había salido de nuestras entrañas, de nuestro corazón”, recuerda. “Y Tusk era hacia donde queríamos ir creativa y emocionalmente. Un conjunto de hechos espontáneos y auténticos llevaron a la creación de esa placa doble”, subraya.

“Si de repente empiezas a pensar más en términos de expectativas externas, y dices ‘vamos a hacer otra canción así’, entonces realmente no estás priorizando la creatividad o el resultado artístico frente al producto comercial”. El peligro, asegura, es convertirse en caricatura de uno mismo. Encuentras muchos artistas que caen en esa trampa y... tal vez pierden el hilo de sus impulsos espontáneos en términos de creatividad.

Buckingham se sintió atraído por lo que describe como un enfoque más pictórico para la composición. También se inspiró en la intrepidez creativa de The Beatles y The Beach Boys, así como en la urgencia irregular de Talking Heads y sus contrapartes europeas de la nueva ola, algo que por cierto, enfrentó un poco a la gente con Fleetwood Mac. Pero a mí, en realidad, me ayudó a orientarme.

Familia rota

Como es sabido, Fleetwood Mac –integrada en ese momento por ingleses y estadunidenses– era una familia fracturada a finales de los 70 con dos relaciones centrales: la de Buckingham y Nicks, así como la de John y Christine McVie, separándose en torno a la composición y grabación de Rumours. Ese disco, con canciones agudas como Go Your Own Way y Second Hand News, había actuado como especie de terapia de pareja catártica. Su realización estuvo llena de sentimientos compartidos, agravados por la falta de distancia curativa.

“En medio de la creación de Rumours, esa fricción llegó a su máxima velocidad en términos de que tuvimos que ir al estudio y tomar las decisiones correctas para nosotros mismos”, señala Buckingham. Sin embargo, el éxito del álbum había puesto de manifiesto la magia inherente al vínculo musical interno.

“Nos elevamos por encima de las dificultades personales para hacer Rumours”, agrega.

Nos dimos cuenta de que teníamos un destino que era más importante y más grande que todos nosotros personalmente.

Buckingham llegó al legendario Studio D de Los Ángeles, construido específicamente para la banda, en 1978 con demos de canciones malhumoradas y aceleradas grabadas en el baño; con ritmos de baterías baratas, para encontrar el Mac receptivo a su visión experimental de Tusk.

“Fue un salto bastante radical. Tuve la suerte de contar con compañeros de banda que estaban abiertos a que diera ese salto... No recuerdo que hubiera ninguna sensación de ‘oh, ¿dónde está Sigue tu propio camino?’ Había una sensación de liberación al hacer algo tan diferente, y creo que fue atrapante”.

Era un hecho consumado porque ya había decidido que quería hacer un disco solo, dijo Christine McVie a GQ en 2020. “Con el fin de mantenerlo dentro del redil, todos dijimos ‘bueno, mira, déjalo hacer su experimento e incorporarlo en el álbum’. Así es como, en esencia, se convirtió en disco doble”.

Separada de Buckingham, Nicks había comenzado a ver a Mick Fleetwood exacerbando las tensiones dentro de la banda, y las sesiones de Tusk han pasado a la historia como excesivas. McVie recordaba que las comidas exóticas y el champán llegaban al estudio a montones. Tenía que ser el mejor, sin pensar en lo que costaba. Era estúpido, realmente estúpido, considera. Alguien dijo una vez que con el dinero que gastamos en champán en una noche podrían haber hecho un álbum completo.

Las noches eran largas. “Por Tusk fuimos a otro tipo de mundo”, dijo Stevie Nicks en 1979. “Creo que es justo decir que cuando entramos en la tierra de Tusk, también nos divertíamos colectivamente en las diversas formas que ofrecía la subcultura”, concuerda Buckingham.

La dirección del álbum en sí no se perdió en la tormenta de cocaína de su creación. Honestamente, no creo que haya afectado tanto a la música, acepta. En términos de drogas que se interponen en el camino de la grabación, los hábitos de algunos miembros de la banda se habían vuelto tan malos que la realización del álbum fue muy difícil.

Aun así, nadie pareció darse cuenta de que las facturas del estudio superaban un millón 400 mil dólares. No menos importante es Buckingham, a quien el productor Ken Caillat describió como un maniaco... en la destrucción del sonido, girando 180 grados cada perilla de la consola para ver qué sucedía y adoptando posiciones de flexión para cantar con micrófonos pegados al suelo.

Buckingham no recuerda eso, sino que está de acuerdo en que era obsesivo en el estudio. Tienes que estar concentrado, tienes que ser apasionado.

Las nueve canciones de Buckingham salen del disco con ruidos densos de garage rock empapados de rupturas de guitarra fuzz y percusión retorcida y resonante. La canción que da título al álbum, un desfile de carnaval enloquecido y pesado grabado en el Dodger Stadium, fue un éxito pese a ser una elección aparentemente loca para el primer sencillo.

Fue elegida como obra maestra para el espíritu incontenible y desafiante de Tusk. La gente de Warner Brothers no había venido a escuchar mucho de lo que estábamos haciendo, se ríe Buckingham. “Siempre tengo la fantasía de que entregar un álbum terminado, que ellos lo ponen en su reunión de la sala de juntas y se pregunte ‘¿qué chingados fue eso?’”.

La gira de Tusk fue igual de vertiginosa. Los pianos de cola se colaron por las ventanas de las suites de los hoteles, pintados de rosa a petición de Nicks, y se erigió una carpa a un lado del escenario para que la banda tomara drogas en medio del espectáculo.

En las últimas décadas, al ver a varias generaciones aparecer en los conciertos antes de que dejara la banda en 2018, Buckingham se dio cuenta de que Tusk había encontrando un nuevo público.

Siento que no sólo ha sido reivindicado, sino reverenciado de nuevo por lo que es y por la razón por la que llegó a ser en primer lugar, que es valorar el resultado artístico, no el comercial, absolutamente.

Traducción: Juan José Olivares