Editorial
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Bolivia: atentado y descomposición
E

l atentado criminal que sufrió ayer en una carretera de Cochabamba el ex presidente de Bolivia Evo Morales, en el que afortunadamente sólo hubo que lamentar las heridas que sufrió su chofer, es un nuevo y alarmante episodio en la agudización de la crisis política por la que atraviesa esa nación sudamericana.

Tal situación crítica tiene múltiples componentes, como el de una economía en franco declive, con carencia de divisas, falta de combustibles y aceleración de la inflación; a ello se agrega la escasez de productos básicos causada por los bloqueos carreteros en el marco de la confrontación que mantienen Morales y el presidente Luis Arce por el control del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS). En el marco general de esa pugna, cada vez más enconada, la oligarquía ha encontrado un terreno fértil para fortalecerse, lo que hace cada vez menos estrecha la posibilidad de que el MAS logre mantenerse en el poder, sea quien sea su aspirante a la presidencia, tras las elecciones del año entrante.

Independientemente de las razones y las sinrazones que pueda corresponder a ambos dirigentes, lo cierto es que la ruptura entre ambos ha derivado, por una parte, en movilizaciones de los partidarios de Morales que agravan la crisis económica y, por lo que respecta a Arce, en el uso represivo de las fuerzas del orden, lo que a su vez se traduce en decenas de heridos y detenidos.

En estas circunstancias, los líderes confrontados de lo que fue un movimiento social transformador y emancipador único en el mundo han abandonado toda contención. Mientras Evo y sus partidarios no dudaron en atribuir –sin pruebas– al gobierno la autoría intelectual del intento de homicidio, el presidente se refirió de manera insidiosa a un presunto atentado; ambos posicionamientos dificultan de antemano el esclarecimiento del hecho, que bien pudo haber sido tramado en los ámbitos de la oposición derechista para, precisamente, exacerbar el pleito entre ambos políticos.

Venga de donde venga, la violencia política es sin duda repudiable, y cabe esperar que las instancias correspondientes puedan actuar al margen del pleito referido, establecer de manera convincente la verdad en torno al ataque sufrido por Morales y sancionar a sus culpables materiales e intelectuales. Pero ese escenario deseable no basta para detener un declive que parece incontenible.

Entre 2006 y 2019 se aplicó en Bolivia un proyecto transformador, pacífico y democrático que permitió a los bolivianos recuperar los recursos naturales de su país, reducir significativamente la pobreza, la desigualdad y el desempleo, fundar el Estado plurinacional y hacer crecer el PIB per cápita en 246 por ciento, más que cualquier otra nación de Latinoamérica (en ese periodo, tal indicador sólo se incrementó en 18.1 por ciento en México). Es descorazonador y lamentable que, hasta donde puede verse, ese proyecto ha llegado al agotamiento y a la descomposición.