n shock total, de sorpresa, como un ave de mal agüero nos tomó esta mañana, domingo lluvioso de todos los muertos, la noticia del asesinato de padre Marcelo. Los asesinos con sus armas calientes fulminaron la vida de jTatik Marcelo. Los disparos salieron del odio de quienes en su corazón radica la muerte desalmada. Siendo jTatik Marcelo un mensajero de la paz, un caminante que en su paso iba al ritmo de los pueblos, ahora se dibujó un horizonte de mayor desolación de la que, por sí, vivíamos diariamente.
Su caminar en la defensa del territorio viene de lejos, de su estancia de una década como párroco de Chenalhó, él mismo decía que quien lo convirtió y despertó su conciencia fueron Las Abejas de Acteal. Ahí fue que empezó a andar de manera más firme, como buen discípulo de don Samuel a entregar la vida y el corazón por las demás personas, la continuidad del ejemplo de la diócesis de San Cristóbal, la pasión de servir al pueblo.
El padre Marcelo fue un sacerdote indígena tsotsil, nacido en San Andrés Larráinzar, Chiapas. Era párroco de la iglesia de Guadalupe en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, anteriormente estuvo siete años en el municipio de Simojovel, donde generó acciones de paz importantes que llevaron a la confrontación de grupos de poder de la región. En ese tiempo fue nombrado vicario de la pastoral social en la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, donde se encargó de ver temas relacionados con problemáticas comunitarias en el territorio.
En ese contexto, el padre Marcelo trabajó en favor de la paz y los derechos colectivos de comunidades tsotsiles, tseltales, zoques y mestizas. De la mano del Pueblo Creyente de Simojovel, impulsó el Movimiento en Defensa de la Vida y el Territorio (Modevite), en el territorio zoque que logró parar la ronda dos del ex presidente Peña Nieto, derivado de las reformas estratégicas de despojo del gobierno mexicano.
El padre Marcelo Pérez encabezó iniciativas pacíficas –como peregrinaciones multitudinarias, encuentros de reconciliación y mesas de diálogo– para rechazar el alcoholismo, la violencia, el narcotráfico, la trata de personas, la corrupción y el contubernio entre grupos políticos y el crimen. De la misma manera fue promotor del conocimiento y ejercicio de los derechos de los pueblos como una vía para una vida digna y pacífica.
Una de sus contribuciones fueron los esfuerzos por la pacificación del conflicto en el municipio de Pantelhó, luego de más de dos décadas de crecimiento de la delincuencia organizada en la región, donde, en ese contexto, sucedieron asesinatos, desapariciones de personas, desplazamientos forzados, entre ellos la ejecución del ex presidente de la mesa directiva de Las Abejas de Acteal, Simón Pedro Pérez López, que han mantenido en una situación dramática la zona. Masacres, perpetradas por la familia de los Herrera, parte de la delincuencia organizada.
Así también, fue el primero en acompañar a las personas desplazadas de Chalchihuitán en 2017 y Aldama en 2018, debido a las acciones de grupos sucesores del paramilitarismo, denunciadas junto al Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas.
Al padre Marcelo nada le era ajeno, ahí donde había un hecho de injusticia ponía su mirada y juntaba la palabra al lado de los pueblos y comunidades.
Su acción de defensa de derechos humanos fue incansable, buscaba salidas y alternativas a los conflictos, para potenciar, junto con los pueblos y comunidades, el tejido comunitario. Asimismo, para que los pueblos ejercieran sus derechos colectivos, señaló a los perpetradores ocultos y protegidos bajo los manteles de los malos gobiernos, en un pacto de impunidad.
Como buen cristiano y opositor a este sistema de exclusión fue perseguido con órdenes de aprehensión y amenazas de muerte de manera permanente. Los gobiernos federal y estatal son los responsables de estos hechos, que al fin cumplieron con su propósito, el de asesinar a un hombre hacedor de la paz. jTatik Marcelo nos deja como legado el caminar con compromiso total hacia los pueblos, sin miedo por señalar a los opresores, aunque nos cueste la vida misma, porque a pesar de la muerte, el espíritu combativo se multiplica para generar caminos y horizontes de lucha.
* Defensor de derechos humanos 20 de octubre de 2024