Dos mediciones de la presión arterial en días diferentes son suficientes para determinar si la persona es hipertensa. Lo normal es registrar menos de 140/90 milímetros de mercurio (mmHg), y es urgente realizar esta actividad porque en México uno de cada tres individuos tiene esa enfermedad, que al cabo de dos décadas los llevará a insuficiencia cardiaca o un infarto al corazón o al cerebro, los cuales ya son las principales causas de muerte, afirmó Diego Araiza, especialista del Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez.

Señaló que alrededor de 20 millones de mexicanos tienen hipertensión arterial, pero sólo la mitad lo saben. Y de los diagnosticados, apenas 25 por ciento (2.5 millones) alcanza niveles de control. Es decir, explicó, más de 17 millones de personas están en la calle con una enfermedad silenciosa. No da síntomas ni duele hasta que se presenta el infarto o antes, si por la insuficiencia cardiaca los afectados se sofocan al hacer el mínimo esfuerzo, tienen cansancio extremo y empiezan a retener líquidos.

En conferencia con motivo del Día Mundial del Corazón (29 de septiembre), el especialista en cuidados coronarios detalló que la insuficiencia cardiaca disminuye la esperanza de vida más que los tumores malignos. Comparó lo que ocurre con un cáncer de mama altamente agresivo, pues dada la atención y medicamentos disponibles, la mortalidad de las pacientes a cinco años es de 20 por ciento. Pero cuando se trata de insuficiencia cardiaca, el porcentaje de defunción en el mismo periodo es del doble (40 por ciento).

Es una pandemia de la que no se habla, pero es posible cambiar su curso si las personas se miden la presión arterial e identifican si ya tienen la enfermedad. Si salen con niveles aceptables, están a tiempo de evitarla con alimentación saludable y ejercicio físico.

Otra consecuencia de la presión arterial descontrolada es el infarto cerebral, del cual existe un subdiagnóstico, pero provoca la muerte de 40 por ciento de los afectados, y quienes sobreviven quedan con secuelas físicas. De éstos, la mitad requieren de terapias de rehabilitación, explicó Daniel Sánchez, médico especialista en urgencias del instituto.

Comentó que el principal enemigo de los infartos cerebrales es el tiempo. Los pacientes deben recibir atención médica dentro de las 4.5 horas siguientes al inicio de los síntomas. En ese lapso es posible frenar el daño que la interrupción abrupta de circulación sanguínea puede ocasionar al cerebro.

La incidencia de los infartos al cerebro o enfermedad vascular cerebral ha aumentado en años recientes y de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, más de la mitad de los mexicanos vive con alguna enfermedad crónica como hipertensión arterial, diabetes, sobrepeso y obesidad.