nfatizamos en la colaboración del 11 de septiembre de este año la profunda competencia entre Estados Unidos y China por el liderazgo tecnológico global. Esto hubiera sido impensable todavía hace dos décadas y a principios del siglo XXI, bajo el lema de la China barata
.
En el último lustro, y como adelantábamos en la contribución anterior, el sector público chino ha venido induciendo un grupo de profundos cambios estructurales con enormes consecuencias para la propia socioeconomía china, a nivel global y para terceros países como México. Varios son llamativos.
Primero. En economías como la estadunidense y la mexicana el consumo privado (o mercado doméstico
) ha representado más de dos terceras partes del PIB desde hace décadas. El debate en torno a la reanimación de los componentes del mercado interno, desde esta perspectiva, es fundamental. En China, y con base en información ofrecida por el Banco Mundial (Indicadores Mundiales del Desarrollo
) el mercado interno apenas representa 41.46 por ciento durante 2010-2022, y con una importante tendencia a la baja respecto a la década anterior. Para el caso chino la contraparte de este aparente débil consumo interno es la formación bruta de capital, de 44.41 por ciento durante 2010-2022 y por encima del 39.51 por ciento en 2000-2009. Lo anterior implica que la economía más grande del mundo –desde 2016 y medida en paridad de poder adquisitivo según el Fondo Monetario Internacional– invierte anualmente en la actualidad casi la mitad de su PIB. Esta espectacular dinámica de acumulación –tres veces más alta de muchos países en América Latina y el Caribe y Estados Unidos en las últimas décadas– explica los avances tecnológicos y desarrollo de China en la actualidad, sin dejar de lado ineficiencias y corrupción.
Segundo. Históricamente los bienes y raíces llegaron a comprender más de 25 por ciento del PIB de China y hasta una tercera parte de la formación bruta de capital fijo (FBCF) (entre 2005-2010). La masiva canalización de recursos hacia bienes y raíces fue resultado de políticas sociales y económicas incentivadas por el sector público ante las necesidades de la población y las posibilidades de las empresas chinas de integrarse a esta demanda. En la actualidad, sin embargo, bienes y raíces representan menos de 15 por ciento de la FBCF, ¿a qué se deben estos rápidos y profundos procesos?
Tercero. El sector público chino ha buscado desde hace más de un lustro inducir las inversiones, públicas y privadas, hacia el sector manufacturero y particularmente de alta tecnología, por diversas razones. Por un lado, China había alcanzado relativamente altos grados de urbanización para la población desplazada hacia las ciudades. Si bien la demanda de bienes y raíces continúa, también se habían dado grotescos casos de especulación con efectos sociales: la creciente clase media urbana requería de realizar esfuerzos familiares significativos para las siguientes generaciones en su adquisición de viviendas, cuyos precios aumentaban aparentemente sin límites. Los efectos políticos provinciales y locales de enormes empresas desarrolladoras tampoco fueron irrelevantes. Como resultado, y también ante la creciente competencia por el liderazgo tecnológico con Estados Unidos, el sector público ha realizado extraordinarios esfuerzos en incrementar la inversión hacia el sector manufacturero: desde 2022 la manufactura se convirtió en el principal sector según las inversiones en activos fijos, desplazando a bienes y raíces. Si bien las inversiones en infraestructura continúan siendo el principal receptor, particularmente las inversiones en la industria han ido en constante aumento.
Los aspectos anteriores son relevantes desde varias perspectivas. Para China en cuanto a que los incentivos públicos continúan beneficiando a las inversiones y en contra de su mercado interno y el consumo; las diferencias con otras economías como la mexicana parecieran perdurar. Al menos tan importante, sin embargo, es la insistencia por parte de la principal economía global en invertir en el sector manufacturero e industrial: infraestructura y sector productivo con una perspectiva a largo plazo. El traslado de masivas inversiones de bienes y raíces al sector productivo (infraestructura e industria) revelan las nuevas prioridades del sector público chino en sus estrategias de fomentar las nuevas fuerzas productivas
. La experiencia china no es irrelevante para México, con esfuerzos recientes significativos en infraestructura, aunque menores en industria y políticas industriales, incluso ante el security-shoring desde 2022 ¿Será que lograremos ir más allá de las políticas puestas en marcha durante 1988-2018?
* Profesor del Posgrado en Economía y Coordinador del Centro de Estudios China-México de la UNAM