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México frente a la guerra de Corea; tres aproximaciones literarias
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incuenta y tres jóvenes mexicanos integrantes del Movimiento de Acción Revolucionaria fueron entrenados militarmente por la República Democrática Popular de Corea entre 1969 y 1970. Este gesto de internacionalismo proletario está presente en la memoria de la izquierda mexicana; sin embargo, es poco lo que se recuerda de las acciones de internacionalismo que el pueblo de México ejerció durante la guerra de Corea para respaldar al pueblo coreano en su lucha contra la agresión del imperialismo estadunidense.

El Consejo Mundial de la Paz (CMP) del que he hablado en otras ocasiones (https://n9.cl/5t6ez), organización creada en 1949 por iniciativa de la Unión Soviética, tuvo un activo papel de oposición a los planes belicistas del campo imperialista al comienzo de la guerra fría, y desplegó acciones de solidaridad con la naciente China comunista y con el pueblo de Corea en su lucha contra de la agresión imperialista. En México el CMP trabajó por medio del Consejo Nacional de Partidarios por la Paz, organización que expresó su solidaridad con el pueblo de Corea desde el inicio de la guerra por medio de la revista Paz, donde se publicaron documentos e informes que hablaban de los crímenes que soldados estadunidenses ejecutaban contra la población civil. Además, se organizaron conferencias y mítines, así como panfletos que se distribuyeron en plazas públicas, mercados, escuelas y sindicatos.

La movilización del pueblo mexicano contra la guerra de Corea se tensó en febrero de 1952, cuando a propuesta del gobierno de EU se efectuó en México una reunión de las comisiones militares de ambos países con el interés de firmar un pacto militar que buscaba la colaboración directa de México en esa guerra. Las fuerzas de la paz, los comunistas y el campo progresista organizaron un acto político en el Teatro Lírico con la consigna ¡Fuera de México los guerreristas yanquis! El gobierno mexicano, pese a su posición anticomunista, decidió conservar su fachada de neutralidad en los conflictos internacionales y no envió tropas a Corea.

Aún quedan huellas de la solidaridad mexicana con el pueblo de Corea, son las obras literarias que se escribieron para retratar la guerra de Corea y conmover a los lectores a tomar partido contra el imperialismo. Sin duda Los motivos de Caín, de José Revueltas, es la obra sobre la guerra de Corea más conocida en México, y debemos su primera edición al Fondo de Cultura Popular, editorial del Partido Comunista Mexicano (PCM). Esta novela, aparecida en 1957, relata la historia de Jack Mendoza, un mexicano-estadunidense que se enlista para participar en la guerra de Corea de lado del ejército de EU, decisión que lo lleva a asesinar y torturar a un comunista coreano que había nacido en México. Jack no tuvo la fuerza para perder la vida a cambio de oponerse a ser partícipe de la barbarie, y aunque luego desertó, se convirtió en un hombre exánime, sin deseos de vida y con la conciencia perturbada por haberse convertido en Caín al asesinar a un hermano.

A diferencia de la obra de Revueltas que apareció cuando había pasado el periodo álgido de la guerra (1950-53), el escritor Luis Córdova, quien había participado en la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, en 1952 escribió para la revista Paz el cuento Corazón púrpura: dos mexicanos en la guerra de Corea, donde retrata la participación de dos hermanos mexicanos que siendo braceros se enlistaron en la guerra de Corea. La historia de estos hermanos se bifurca. Uno, Armando, adiestrado por la propaganda anticomunista, decide incurrir en la bestialidad de los soldados estadunidenses, y siguiendo ese camino muere en la guerra y a cambio envían a su madre la condecoración del Corazón Púrpura.

Pancho, el otro hermano, quien había decidido ir a la guerra por no haber conseguido trabajo, al atestiguar la barbarie del ejército contra civiles de Corea, decide no ser partícipe y hasta arrebata de las manos de un soldado estadunidense a un niño de dos años para evitar una crueldad. La acción de Pancho lo lleva a caer de la gracia del ejército imperialista, pero también le permite ser acogido por las fuerzas norcoreanas cuando éstas rompen el frente estadunidense y apresan al mexicano, situación a su favor debido a la intervención de la madre del niño al cual salvó y al apoyo de un conocido coreano nacido en Guadalajara. Córdova, en lugar de retratar a un hombre quebrado, como hace Revueltas, afirma que en las situaciones más difíciles siempre es posible optar por los oprimidos.

La otra obra literaria que se publicó en México por el FCP, fue Un cuaderno hallado en Sunchon (1952), novela del escritor soviético de origen coreano Roman Kim, quien documentó la preparación de la guerra por el ejército estadunidense en contubernio con los militaristas japoneses desde el momento en que estas dos fuerzas acordaron evitar que las tropas soviéticas instalaran su influencia en Japón en 1945. Pacto realizado pese al genocida uso de la bomba atómica contra el pueblo japonés por EU, acción injustificada, pues, a sabiendas de muchos, con el avance soviético se podía derrotar a Japón sin tener que usar armas nucleares.

En su novela Roman Kim denuncia el común acuerdo que los capitalistas de Japón y EU usaron en la guerra contra los soldados y oficiales japoneses que eran criminales de guerra; la preparación de las armas bacteriológicas y el uso de la brutalidad contra civiles y militares, la utilización de los espías y los planes de invasión previamente preparados por el imperialismo japonés, así como la complicidad de la Organización de Naciones Unidas con el gobierno estadunidense. Esta novela no transmite desaliento ni zozobra, sino la esperanza de que los imperialistas serían derrotados, como ocurrió.

Estas obras literarias son muestra de que el movimiento por la paz, y en particular el PCM, ejercieron el internacionalismo proletario por medio de la labor editorial, legándonos, así, textos que aún hoy avivan los sentimientos de solidaridad y la oposición a la guerra imperialista.

Historiador de la ENAH