a historiografía mexicana está llena de próceres y, en especial, el mes de septiembre se presta para hablar de muchos de ellos, sobre todo de quienes nos dieron patria
, entre quienes destaca el modesto cura natural de la antigua Valladolid, que hoy ostenta un nombre que lo rememora: Morelia.
Mas entre mis preferidos, aunque les produzca mucho escozor a la cauda de mexicanos que no los quieren, razón por la cual yo no los quiero a ellos tampoco, se cuentan también Benito Juárez García y Lázaro Cárdenas del Río.
En tales amores y odios se sustenta la división de punta a cabo de una enorme ciudadanía que es de muy diferentes características, pero que puede agruparse en dos grandes tendencias, una mayor en número y la otra con menos recursos económicos y sociales.
Por razón de mi formación en escuelas oficiales y laicas y de haber crecido y vivido mayormente entre gente con mayor conciencia cívica y solidaridad social, este último es mi bando preferido y a favor del cual creo haber actuado mayormente en mi vida, habiendo llegado a extremos non sanctos que me pudieron haber salido muy caros.
De no haber sido por la diosa Fortuna, la suerte y, tal vez también, por las piernas muy largas, cierta osadía y un aguzado instinto que proviene de la experiencia, nunca tuve gran contratiempo ni perdí mi libertad.
Todo ello para justificar que mi aserto no es resultado de un arranque fortuito y, a pesar de estar acostumbrado a hablar de lo que ya ocurrió, voy a hacer una predicción que se sustenta en una nutrida pero también en una laaaarga experiencia de vida y profesional.
Lo mismo que a los personajes mexicanos que fueron maltratados en su tiempo por la gente bien, vaticino que a Andrés Manuel López Obrador el futuro le asignará en el ánimo de quienes piensan como yo un lugar de verdadero privilegio.
El tiempo que todo lo cura
, como dirían los abuelos, hará que se diluyan algunas fallas y poco a poco se encumbrará a lo más alto del panteón nacional. Dicho de otra manera, aunque al principio se concentre en La Chingada y le sigan cayendo improperios de sus rivales, después irá escalando el Olimpo de nuestros próceres para asentarse cómodamente junto a los mejores.
¡Que no se me ataque de convenenciero por decir esto! No soy amigo del futuro ex presidente, nunca he hablado con él ni he recibido ningún bien que no se haya derramado por igual entre muchos millones de mexicanos. Ni siquiera a la dádiva que me corresponde por adulto muy mayor
he accedido.
Lo único que puedo argumentar en mi favor es que siempre he votado por él y cuando el pillastre aquel, haiga sido como haiga sido
, le robó la elección, me sumé como lo que soy, un simple ciudadano, a algunas protestas colectivas.
Lo mismo que Tata Lázaro, el Peje empezará a tener pronto nombre de calles. ¡Les guste o no les guste! ¡Les cuadre o no les cuadre!