Viernes 20 de septiembre de 2024, p. 23
Londres. A menos de tres meses de su triunfo en las urnas con la promesa de restaurar la confianza en la política, el primer ministro británico, Keir Starmer, trata de sacudirse las críticas por haber aceptado regalos, como vestidos para su esposa, entradas para el concierto de Taylor Swift o a partidos de futbol, por valor de más de 130 mil dólares desde finales de 2019.
El líder del Partido Laborista, que llegó al poder con una victoria aplastante el 4 de julio pasado, niega haber cometido alguna falta respecto a la ropa y gafas, con un valor de miles de dólares, pagados por Waheed Alli, un empresario de los medios de comunicación que desde hace mucho tiempo ha donado dinero a los laboristas.
El total de sus regalos asciende a 51 mil 959 dólares, en alojamientos, ropa de trabajo
y varios pares de gafas. Starmer, fan del club londinense Arsenal, recibió invitaciones para partidos de futbol por más de 53 mil 125 libras. Las entradas para el concierto de Taylor Swift al que acudió con su esposa en junio valían unas 3 mil 11 libras.
El premier también enfrenta el enfado de sus propios empleados por el salario de la jefa de gabinete, Sue Gray. La BBC reveló que recibe un salario de 225 mil dólares al año.
El salario está en el nivel superior de un conjunto de bandas salariales para asesores políticos, las cuales han aumentado desde la elección. El gobierno señaló que no ha intervenido en la fijación de la escala salarial.
Las bandas salariales para cualquier funcionario, cualquier asesor, no las establecen los políticos. Existe un proceso oficial que lo hace
, dijo ayer Jonathan Reynolds, secretario de Negocios.
En días recientes, los medios británicos han estado llenos de quejas, principalmente anónimas, por parte de funcionarios gubernamentales respecto a Gray, ex funcionaria pública de alto nivel, conocida por realizar una investigación sobre las fiestas que violaron el confinamiento en edificios de gobierno durante la pandemia de covid-19.
Los hallazgos de Gray contribuyeron a la caída del primer ministro conservador Boris Johnson, y su posterior trabajo con Starmer hizo que los conservadores afirmaran que la investigación sobre el partygate tuvo un sesgo político, algo que Gray niega.
Los laboristas afirman que la filtración del salario de Gray y las revelaciones sobre las donaciones –lo que se conoce como frockgate en la prensa, por los vestidos usados por la esposa del primer ministro, Victoria Starmer– son incitadas por los conservadores y sus simpatizantes en los medios para manchar al gobierno.