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Otorgan a Geney Beltrán el Premio de Literatura Gilberto Owen

Reconocen su libro Mala estrella, que refleja el desasosiego que causa la violencia en la sociedad

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▲ El escritor Geney Beltrán Félix durante una entrevista en abril de 2017.Foto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Miércoles 19 de junio de 2024, p. 5

El escritor Geney Beltrán Félix recibió el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen en una ceremonia en Culiacán, Sinaloa. Los cuentos del libro Mala estrella, por el que fue reconocido, se tejen alrededor del desasosiego que causa la violencia en la sociedad, así como la impunidad, donde no hay un horizonte de ley ni de justicia, describió el narrador.

Yo pasé mi infancia en Durango, en el municipio de Tamazula de Victoria. Y luego mi familia se mudó a Culiacán cuando yo tenía 9 años. Esas dos realidades, la de la sierra y la ciudad, moldearon mi expectativa sobre una presencia constante que tenía una resonancia especial en el lado de las víctimas, sobre todo las mujeres y los niños, relata en entrevista con La Jornada.

Esa ha sido la perspectiva que he estado buscando, ¿qué es lo que ocurre después de la violencia? ¿Cómo trastoca el mundo íntimo y emocional de las familias donde se han presentado episodios de violencia? ¿Qué provoca en la sensibilidad de los más pequeños, así como en la vulnerabilidad de las mujeres?

Radicado desde hace décadas en la Ciudad de México, Geney Beltrán regresó a la tierra de su juventud, donde nacieron los primeros deseos de dedicarse a la escritura, para recibir el premio literario durante una ceremonia en el Centro Sinaloa de las Artes Centenario, junto a Eduardo Saravia (Ciudad de México, 1977), quien fue reconocido en el género de poesía por el libro La medida de todas las cosas.

El hecho de acudir ante el llamado del poeta sinaloense Gilberto Owen es muy simbólico, “fue del primer premio literario del que me enteré porque vivía allá, yo estudiaba la primaria o secundaria cuando surgió este premio. Creo que fue a finales de los años 80. La institución que lo convocaba publicaba los libros y así fue como llegó a mis manos uno del poeta Eduardo Langagne que se titula A la manera del viejo escarabajo. Así supe que había una repercusión por la existencia de estímulos que permitían llegar ciertas obras a lectores que de otra manera no se enterarían de su publicación”.

Vocación bajo sospecha

Recordó que la biblioteca pública a la que iba a sacar libros se llamaba Gilberto Owen. Para mí era como un nombre que estaba por ahí. Después me enteré que había un premio que llevaba su nombre, que ayudaba a la circulación de libros clásicos, que era a lo que yo acudía en el acervo de esa biblioteca y, de repente, también descubrí que hay un horizonte contemporáneo. En el caso de Owen, que hay poetas mexicanos y, sobre todo, uno sinaloense que llegó a ocupar un sitio importantísimo en el canon mexicano, fue una confirmación de que yo podía dedicarme a la literatura, que era una vocación bajo sospecha.

El Instituto Sinaloense de Cultura (Isic) informó el 20 de mayo que Geney Beltrán (Tamazula, Durango, 1976) obtuvo el premio, dotado de 125 mil pesos, en la categoría de cuento, seleccionado entre 44 trabajos participantes. El jurado estuvo integrado por Irma Cecilia Eudeve Robles, Juan Alejandro Paniagua Anguiano y Vicente Alfonso Rodríguez Aguirre.

El autor de la novela Adiós, Tomasa comentó que las historias de Mala estrella fueron escritas durante la pandemia y le dan continuidad a una serie de búsquedas que me he planteado a la hora de escribir narrativa de ficción a partir de ciertos temas que han sido para mí muy atractivos o importantes en el abordaje. Uno de ellos tiene que ver con la violencia, que ha sido una señal muy presente desde hace varias décadas en la sociedad mexicana y concretamente en mi tierra natal.

El marco de estas historias fueron planteadas en el sexenio de Felipe Calderón, una época en la que no viví en Sinaloa, pero que resonó mucho en mí. Al respecto, señaló que hubo una transformación en el fenómeno de la violencia, porque se volvió prácticamente indiscriminada, esto fue un ejercicio de despersonalización e imaginación para mí muy importante, en el sentido de que me planteaba un horizonte paralelo de qué habría sido mi vida si yo me hubiera quedado en Culiacán.

En la cita en el patio central del Centro de las Artes, al expresar su discurso, le habló al muchacho de 15 años que alguna vez dudó de su camino por la senda de la literatura y le confirmó que valió la pena seguir el llamado de la escritura, ese que le mostró Owen, y seguir el ardiente llamado de su corazón.