ás que por las declaraciones altisonantes, a los gobiernos se les mide por los resultados, a propósito de la controversia discursiva entre el presidente de Argentina, Javier Milei, representante de una ultraderecha neofascista trasnochada, y varios gobernantes de centroizquierda del subcontinente americano, incluido el jefe del Estado mexicano.
Milei, discípulo en lo económico de la escuela de los Chicago Boys, que también adoctrinaron y asesoraron a las dictaduras militares de Pinochet, de Videla y de otros dictadores del Cono Sur, se ha presentado ante los sectores conservadores de Argentina, y ante las consultorías financieras internacionales, como el capitán de un barco que rescataría del naufragio para dirigirlo a mejores horizontes, pero las cifras no le cuadran. Al contrario, la economía de su país se colapsa al paso de los días y los meses.
Uno de los indicadores más duros y confiables para medir la fortaleza económica de un país es el valor y la aceptación de su moneda, la paridad cambiaria. Pero no sólo la fortaleza económica, también la solidez política de un gobierno. Por eso se decía en México que presidente que devalúa, se devalúa
.
Si damos por bueno ese apotegma, diríamos que Milei, que llegó con tantas expectativas de la ultraderecha continental al poder, y que incluso fue felicitado tras su victoria electoral por la candidata presidencial de un sector de la élite económica y la derecha oscurantista de México, es un presidente devaluado.
Veamos el frío comparativo con las cuentas del Presidente de México, en un análisis presentado por la agencia Bloomberg, apenas el jueves 29, la misma semana de la provocadora y disruptiva entrevista dada por el presidente argentino al periodista Andrés Oppenheimer, de la cadena CNN en español.
En un seguimiento puntual del comportamiento de las monedas de la región, México lleva nueve semanas consecutivas ampliando su fortaleza cambiaria contra Argentina. La moneda nacional se intercambió en 51.91 pesos argentinos la semana pasada, el nivel más alto de la historia.
Para tener más claro el contexto de la fortaleza económica de México y la debilidad cambiaria de Argentina, revisemos la evolución de los últimos meses: apenas el 10 de diciembre de 2023, cuando Milei inició su mandato presidencial, la paridad se encontraba en 20.94 pesos argentinos por cada moneda mexicana. Es decir, a la luz de las frías cifras, el superpeso se apreció 147 por ciento desde entonces.
De hecho, un día después de tomar posesión, Milei anunció la devaluación de más de 100 por ciento del tipo de cambio oficial, pasando de 391 a 800 pesos argentinos por dólar estadunidense, supuestamente para incentivar la producción, y favorecer especialmente al sector de la exportación como nuevo motor
del crecimiento económico. Hasta ahora no ha habido incremento de la producción, aumento de las exportaciones manufactureras, ni crecimiento del PIB.
En cambio, según Bloomberg, el peso mexicano se convirtió en la divisa más apreciada en 2024, luego de ser el segundo lugar en 2022 y en 2023, los tres años de la pospandemia. Concretamente, el miércoles 27 el tipo de cambio alcanzó 16.51 pesos por dólar, su nivel de mayor fortaleza desde diciembre de 2015.
Si usamos el mismo apotegma del valor de la moneda y el valor del gobierno, mientras Milei se ha devaluado, el Presidente de México se ha apreciado o revalorizado.
Pero no sólo es el valor de la moneda, hay otros indicadores económicos y sociales. Veamos las exportaciones, el objetivo de las medidas draconianas de Milei. Mientras las exportaciones de México alcanzaron un máximo histórico, al crecer 13 por ciento en febrero de este año, último mes evaluado por el Inegi y el Banco de México, en números absolutos 50 mil 721 millones de dólares, las exportaciones de Argentina apenas alcanzaron 4 mil 500 millones de dólares, el primer mes de este año, un ligero incremento de bienes primarios impulsado por el fin de la sequía en ese país; ningún incremento en las manufacturas y los servicios.
En el indicador de la inversión extranjera directa (IED), que mide la confianza de los grandes capitales internacionales en la fortaleza y legitimidad de un gobierno, mientras en México experimentó un crecimiento de 2.2 por ciento al cierre de 2023, para sumar 36 mil 58 millones de dólares ese año, según la Secretaría de Economía, en Argentina no se ha registrado ningún repunte en las inversiones tumultuarias que había prometido el presidente neoliberal, fanático de un libre mercado sin restricciones gubernamentales, sensibilidad social ni valores morales.
Para citar sólo un indicador social, mientras en México el salario mínimo experimentó un incremento acumulado de 110 por ciento los últimos cinco años, el mayor en América Latina y entre los países de la OCDE, en Argentina el poder adquisitivo del salario se desploma a un ritmo acelerado por el fuerte incremento de los precios: entre diciembre y enero la inflación se disparó en 50 por ciento, sobre todo en alimentos de la canasta básica.
En suma, si de resultados de gobierno, y no de estridencias mediáticas hablamos, mal ejemplo el de Milei para quienes, desde el frente de una derecha desdibujada, desesperada y errática, buscan emularlo en México.