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Seguir elevando el índice de desarrollo humano, esencial
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antener la tendencia ascendente en los indicadores que determinan el índice de desarrollo humano es un desafío de fondo, un tema socioeconómico sustancial, que debiera estar en el núcleo de la agenda de las campañas presidenciales, de cara a una nueva administración federal que conducirá el destino de México los próximos seis años y que sentará las bases de nuestra inserción en el mundo en éstas y las futuras generaciones.

Escasamente difundida en los medios, y sin mayor resonancia en los espacios de opinión atraídos por las contingencias cotidianas, con sus notables excepciones, fue una buena noticia el informe de la ONU sobre el comportamiento de las economías nacionales en el último lustro, incluidos los años de la pandemia y la pospandemia, en el que nuestro país escaló seis lugares en ese referente cardinal, y nada subjetivo o politizado, del desarrollo humano.

En efecto, en el último reporte del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo sobre Índice de Desarrollo Humano (IDH), elaborado por la Organización de Naciones Unidas (ONU), Romper el bloqueo, dado a conocer el miércoles 13 pasado, México pasó de un total de 193 países monitoreados, del lugar 83 en el 2018 al 77 en 2022, y se espera que la tendencia al alza se mantenga en 2023 y lo que resta del sexenio.

De esta manera, el país se ubica ya muy por encima de la media mundial de desarrollo, en las tres dimensiones que definen la calidad de la vida humana: 1) esperanza de vida; 2) educación (alfabetización, promedio de escolaridad); 3) ingreso promedio por habitante, también denominado Producto Interno Bruto (PIB) per cápita.

Visto de otra manera, pero retratando la misma realidad, México obtuvo el valor 0.781 en el Índice de Desarrollo Humano –donde cero es el valor mínimo y uno el máximo–, lo que lo ubica en la categoría de países con alto desarrollo humano, y sólo ocho sitios debajo de los considerados con muy alto desarrollo humano.

Desglosando cada indicador del Índice de Desarrollo Humano, la expectativa de vida en México es ya de 74.8 años –por encima del promedio del área latinoamericana (73.7)–, los años de escolaridad son 9.2 – sobre el promedio de la región de nueve años– y el PIB per cápita es 19 mil 138 dólares por habitante, también por encima del promedio regional, de 15 mil 109 dólares por persona.

En una comparativa global, la calificación de México se ubica por arriba del promedio mundial, (0.739) y también por encima de la media promediada para América Latina, que registró 0.763.

Respecto a las otras economías de la región, el récord del IDH de México es superior al de Brasil, economía mayor en términos absolutos por su población y PIB, que obtuvo 0.760, y superior también a la mayoría de países del subcontinente latinoamericano.

En cuanto al indicador de la escolaridad, la media de años cursados en nuestro país es de 9.2 (con una expectativa de 14.5); en Brasil se cursan 8.3 (se esperan 15.6) y en Argentina 11.1 (de 19 esperados). Para América Latina en su conjunto el promedio de escolaridad es de 9 años (si bien la meta es por 14.8).

En el indicador social de ingreso promedio por habitante, México alcanzó 19 mil 138 dólares anuales en 2022, cifra que supera los 14 mil 616 dólares de Brasil, y que supera también el ingreso promedio del subcontinente latinoamericano, 15 mil 109 dólares.

El ascenso de seis lugares de México en el ranking mundial de desarrollo no es fortuito. La mejoría tiene como contexto una estabilidad fiscal consolidada, una estabilidad monetaria y cambiaria sin precedente en un cierre sexenal, con un peso revaluado a niveles históricos, una inflación contenida y una recuperación económica sostenida después de los difíciles años que el mundo entero ha enfrentado, un entorno global desafiante, marcado por la crisis climática y los efectos de la pandemia.

A partir de esos indicadores económicos se han impulsado importantes indicadores sociales: los programas de apoyo a los grupos más rezagados y el incremento al salario mínimo real, el mayor porcentaje entre los países de la OCDE, contribuyeron a revertir la pobreza y a reducir la desigualdad de ingresos, una brecha todavía muy amplia y que es preciso acotar.

Cuantificando el indicador de la pobreza, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, al cierre de 2022, último balance de la dependencia, el número de pobres en el país se redujo a un total de 46.8 millones, casi 16 por ciento menos que los 55.7 millones que había en 2020, es decir, 9 millones menos.

Sin embargo, a México le falta un gran trecho para alcanzar los grandes objetivos de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de la ONU, por lo que el esfuerzo de estabilidad en las finanzas públicas, incremento en la inversión nacional y extranjera, mejoramiento de la infraestructura productiva y mayor crecimiento real, en un entorno de mayor seguridad pública, debe mantenerse e intensificarse.

Seguir mejorando el índice de desarrollo humano, la calidad de vida de las personas, comenzando por los pueblos indígenas, es un objetivo que debe prevalecer en las propuestas de gobierno, pues importa a todos los mexicanos.