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Voto: responsabilidad ciudadana
D

e cara a las elecciones a realizarse el próximo 2 de junio, es imprescindible poner sobre la mesa la responsabilidad ciudadana de votar como tema crucial en cualquier sociedad democrática. El acto de sufragar es una manifestación de participación cívica y un deber moral que cada ciudadano tiene hacia su país y sus conciudadanos. Al ejercer el derecho al voto, los ciudadanos contribuyen activamente a la toma de decisiones en su país, influyendo el curso de la política y la dirección de la nación.

Sin embargo, la responsabilidad ciudadana no sólo se trata de cruzar una o varias boletas en favor de unos y otros; debe de ir más allá: si lo que queremos son buenos gobiernos emanados de una democracia, es vital exigir y participar del debate público, es decir, estar atentos a qué propone cada uno de los y las candidatas a diferentes cargos, exigir los adecuados planteamientos a problemáticas nacionales en los que no sólo se diga qué hacer, sino, sobre todo, cómo hacerlo. No basta con observar a líderes y representantes que defiendan y promuevan el bienestar común, la igualdad y la justicia, sino cómo esos objetivos se pueden alcanzar, con qué recursos, cuál es el equipo para poder realizarlo, porque cuántos planteamientos en campaña ha habido y se quedan en puras promesas.

Sólo así el acto de votar podrá ser un medio para influir en la formulación de políticas que impactarán la vida de todos los ciudadanos, especialmente de aquellos que son más vulnerables y desfavorecidos.

La responsabilidad de sufragar se extiende a la promoción de la tolerancia y la inclusión en la sociedad. Por ello, en el debate público caben todas las voces, el acto de votar permite a los ciudadanos respetar las diferencias de opinión y contribuir a la construcción de un ambiente político en el que se escuchen y consideren diversas perspectivas. Al ejercer el voto, los ciudadanos fomentan y obligan a un clima de diálogo democrático y colaboración, fortaleciendo así los cimientos de una sociedad plural y respetuosa.

Es importante destacar que dicha responsabilidad ciudadana va más allá del acto individual de acudir a las urnas. Implica informarse de manera consciente sobre los candidatos, partidos y propuestas electorales, así como participar activamente en discusiones y debates sobre temas relevantes para la sociedad. Los ciudadanos tienen la responsabilidad de educarse sobre los asuntos públicos y buscar fuentes confiables de información que les permitan tomar decisiones informadas al momento de emitir su decisión en las casillas.

Alentar a tus amigos y familiares a participar en el proceso electoral es otra forma efectiva de promover la responsabilidad cívica y la participación ciudadana. La influencia positiva que ejerces al animar a otros a votar contribuye significativamente al fortalecimiento de la democracia y al empoderamiento de la comunidad. Esta acción no sólo fomenta un sentido de compromiso cívico entre tus seres queridos, sino también ayuda a construir una sociedad más inclusiva y representativa.

Las campañas han comenzado ya, en el clásico espacio donde las y los candidatos exponen un rosario de ideas, basadas todas en que cada quien tiene las mejores ideas para representar a los demás en diferentes trincheras y en que a partir de ellos este país va a cambiar; también arrancó el proceso con el sello de descalificar al adversario, en donde simplemente se dice que uno o una es mejor que la otra o el otro; lo cierto es que hoy el denominador común en todos siguen siendo los planteamientos de los tantos problemas que nos acompañan y siguen faltando los cómos. No esperemos al espectáculo de siempre: los ciudadanos debemos exigir un contraste de ideas más digno y más útil en esta joven democracia, que alce la voz pidiendo planteamientos reales a cómo solucionar lo que nos acontece y nos duele a través de contrastar propuestas de solución reales, que el día de mañana nos sirva para evaluar y refrendar la confianza o el reclamo para aspirar a una democracia más eficiente y, por tanto, más eficaz.

Si bien es cierto que votar es un deber fundamental de todos los ciudadanos, no nos quedemos ahí estacionados pensando que con votar es suficiente; aglutinemos y recordémosles a todos los que podamos que este compromiso cívico también exige participar exigiendo planteamientos concretos de altura que al llegar a los espacios de poder se convierta en acciones concretas del poder público que constituyan soluciones que mejoren nuestro entorno. La ecuación para aspirar a buenos gobernantes es inmiscuirnos en el proceso, opinando y generando debate ciudadano que obligue a los aspirantes a elevar el contenido de propuestas y que éstas se conviertan en la obligación futura de cumplir con las propuestas empeñadas, sólo así estaremos ayudando a fortalecer una auténtica participación democrática y a promover la toma de decisiones informadas en beneficio de la sociedad. En la medida que hagamos este proceso, la importancia del voto será un medio para influir en el curso de los asuntos públicos y contribuir al progreso colectivo por el bienestar de nuestro país.