l presidente francés Emmanuel Macrón, diciendo y desdiciéndose, propuso en la conferencia de apoyo a Ucrania (París, 26 /1/24) frente a 27 líderes y ministros de la UE y la OTAN, enviar tropas terrestres al campo de batalla ucranio, a sabiendas de que esto generaría intensificación bélica, y un rechazo generalizado para luego recular manteniendo su hostilidad rusofóbica. Enviar tropas a la zona de conflicto es una provocación de orden mayor contra Rusia.
Es una posición frívola e irresponsable no sólo por parte de Francia, sino también de Alemania y Gran Bretaña, que no se han cuidado al externar sus operativos intervencionistas. Moscú por medio del canciller Serguéi Lavrov ha advertido que Estados Unidos y la OTAN están jugando con fuego al participar directamente en el conflicto, no sólo por el suministro de armas, sino mediante la capacitación de personal en territorio de Reino Unido, Alemania, Italia y otros países, pero la respuesta más contundente fue la del presidente Putin al advertir, en lengua franca: no envíen tropas a Ucrania, porque las consecuencias de tal decisión serían trágicas. (Prensa Alternativa, 5/3/2024).
Es indispensable recuperar los espacios de interlocución para la paz ya que el contexto es mucho mas desolador por la falta de empatía estratégica, cuya ausencia es casi absoluta en la disputa por la narrativa de los orígenes de esta operación especial. ¿Cuál es el ejemplo de empatía estratégica? Recuérdese la crisis de los misiles de 1962.
El liderato europeo, falto de memoria histórica, ha venido siguiendo al pie de la letra los dictados de Washington multiplicando así graves errores estratégicos, no importándoles llevar el campo de batalla a su población y territorio después de haber sufrido dos guerras mundiales.
La torpeza de ese liderato es absolutamente imperdonable. Aceptó, especialmente Alemania, la voladura de los gasoductos Nord Stream 1 y 2, lo cual es el evento geopolítico mas importante, sólo después de la II Guerra Mundial, por el profundo daño causado en una cadena de costosos fallos (al respecto ver mi artículo De las guerras por encargo a la guerra global
, en la revista Geopolítica(s) vol, 14 Núm. 2 (2023) Universidad Complutense, Madrid.
A decir de Ángeles Maestro, no sólo fue el aceptar la incorporación a la OTAN de los países de la órbita de la URSS, iniciada por decisión del presidente Clinton, vulnerando acuerdos oficiales con Rusia, el golpe de Estado del Maidan y la violación de los acuerdos de Minsk, sino, sobre todo, la cancelación de las históricas y profundas relaciones económicas y comerciales de los países de la UE, sobre todo de Alemania, con Rusia
.
El resultado inmediato es el proceso de desindustrialización de la UE, sobre todo de Alemania, la ex locomotora económica de la región, el traslado de grandes empresas europeas a EU dados los incentivos que ese país les otorga, la destrucción masiva de las pequeñas y medianas empresas, con toda la conflictividad social que se empieza a generar, tanto en las ciudades como entre agricultores, ganaderos y pescadores. Mucho del presupuesto para estos sectores se va a Ucrania, como también lo dice Maestro, para alimentar una proclamada economía de guerra (sic) “por medio de recortes sociales, grandes negocios y corrupción sobre esta Europa en fase acelerada de autodestrucción…con, otra vez ,la amenaza de guerra mundial”(A. Maestro La UE se pone el casco de guerra
Lahaine.org, 03/24).
A Carl Sagan, astrónomo, especialista en ciencias planetarias y divulgador de la ciencia, le preocupó cómo en el mundo se acumulaban decenas de miles de armas nucleares, y siempre en el nombre de la paz frente a un adversario imprevisible, pero después de las bombas de Hiroshima y Nagasaki no parecía que se estuvieran comprendiendo las consecuencias de la utilización de armas mucho mas destructivas para la vida en el planeta.
Entre 1983 y 1984, Carl Sagan y Richard Turco advirtieron que cualquier guerra nuclear acabaría inevitablemente en un invierno nuclear (xataca.com, Javier Jiménez, 25/2/21):
“El oscurecimiento y enfriamiento de la Tierra que seguiría a una guerra nuclear –junto con otras consecuencias secundarias como incendios devastadores– es a lo que llamamos invierno nuclear.”
Valorando criterios de la ciencia y de la política, estos científicos concluyeron que en la eventualidad de una guerra mundial, el invierno nuclear representaría un peligro inaceptable (y letal) para la civilización global y, por lo menos, para la mayor parte de la especie humana, al poner en peligro “en el devastador día siguiente de una guerra nuclear –incluso una “pequeña guerra nuclear sería catastrófica– no sólo a los supervivientes de las naciones combatientes, sino también a un número enorme de naciones no combatientes.
Esto, aunque la ciencia actual no contempla supervivencia alguna
(Sagan y Turco, El invierno nuclear: un efecto imprevisto, Plaza y Janés, 1991).
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