Jueves 7 de marzo de 2024, p. 17
Berlín. Aunque a veces los productos sólo se diferencian en el diseño y el tamaño del envase, uno pensado para un público femenino y el otro para uno masculino, son las alemanas quienes pagan más.
Esta diferencia de precios por género es denominada Gender Pricing
o, también, Pink Tax
. En su versión traducida, algo así como precios específicos por género
o impuesto rosa
.
Sin embargo, no se trata de un impuesto real, sino de un recargo que las empresas adicionan a los productos comercializados como femeninos.
“El ‘pink tax’ implica que prácticamente los mismos productos se venden a precios distintos para mujeres y hombres en envases diferentes”, afirma Armin Valet, jefe del departamento de nutrición y alimentación del Centro de Asesoramiento al Consumidor de Hamburgo.
Las empresas parten de que las mujeres cuentan con una mayor disposición a pagar para determinados productos o servicios
, explica a su vez el experto en mercadotecnia Martin Fassnacht, de la escuela de negocios WHU.
Por eso, indica, las empresas fijan precios diferentes, sobre todo para cosméticos, servicios como peluquería y vestimenta, con el fin de obtener más beneficios.
Esta disposición a pagar más a veces es explotada de forma descarada, dice Valet. En algunos casos, ya hay discriminación en el sentido de que la presentación y el marketing tientan a las mujeres a comprar productos más caros, aunque apenas se diferencien de su versión masculina
.