ntre otros muchos, dos fueron los aciertos de López Obrador. Uno, capital, haber imaginado un conjunto de obras y principios políticos que pudieran coexistir. El otro, acompañado de buena suerte, haber propiciado la emergencia de Claudia Sheinbaum Pardo como acabado proyecto presidencial. Lo primero le da una formidable sustentación y perspectiva a este fecundo periodo gubernamental, que agota, con rapidez, su postrer tiempo. El apoyo y las simpatías ciudadanas están alineadas con sus nuevas propuestas de programas. Lo segundo –la consistente candidatura– asegura la prevalencia de valores y trayectoria futura a un experimento republicano, muy valorado por el pueblo.
Las campañas en proceso van mostrando, con puntualidad suficiente, lo que se juega y la factibilidad de sus concreciones. Los meses restantes para la conclusión de este año alumbrarán el parto que se ha venido pergeñando. No habrá mayores sorpresas en estos ajetreados días de campaña. Contra lo afirmado con tonta frecuencia (todo puede pasar), es poco probable que haya reveses drásticos y cambios inesperados. La línea, ya en franco proceso, hará que la alternativa de Morena bastará para llegar a las urnas con alta seguridad de triunfo. Los altibajos de la oposición, aun con el respaldo en sus enormes erogaciones, para sostener a su titubeante candidata, seguirá un curso de colisión con la mayoritaria simpatía ciudadana. Muy a pesar de la estrategia, con apoyo de medios, para infundir miedo a la ciudadanía, la realidad se impondrá y la elección concluirá pacíficamente.
La personalidad de la candidata de Morena se va delineando con prometedora precisión. La conseja de la crítica, forzando deseadas diferencias con AMLO, ha sido superada con soltura. Claudia no se ha conducido por la senda de confrontación ansiada por sus rivales. Ella tiene los suficientes dones para conducir, con firme y congruente respaldo, al nuevo gobierno. Complementará lo ya sembrado y pondrá el resto para consolidar la obra deseada.
El paquete conceptual, programático y de principios, ofertado en su inicio de campaña, es claro ejemplo de la reciedumbre de su abarcadora visión. Ahí está contenido un ejemplar esfuerzo, no sólo organizativo, sino otro revelador de una conductora que pondrá todo lo necesario para el desarrollo equilibrado, próspero y justo. Destaca la parte educativa en los variados niveles y etapas. Su entrenamiento universitario y científico reluce en cada paso de las ofertas planeadas. El complemento lo agrega, dentro de esa República que describe en sus componentes indispensables, de tal manera que asegura el bienestar general. El extenso diseño de infraestructura descrito permitirá crecimiento y balance regional. Pero, en adición, introduce en ello una colección de instrumentos modernos (Internet) que, con seguridad, se convertirán, después, en exigibles derechos, individuales y colectivos. En fin, este inicio de campaña colorea lo que se ha venido sembrando con persistente esfuerzo político durante décadas. Las prolongadas campañas, frustradas con trampas y delitos, en pos de la Presidencia fueron cauce y oportunidad para imaginar la respuesta a las necesidades y deseos populares. La candidata de Morena y su coalición no son otra cosa que este postrer eslabón que tiene la capacidad de imprimir la más acabada forma deseada. Falta, eso sí, un programa abarcador y bien fondeado con extensa fiscalidad, para atacar, con profundidad, la pobreza remanente. La prevalencia de grandes bolsones de pobres y, entre ellos, los extremos, deben desaparecer. Cuando menos, reducir su indebida presencia en una sociedad que quiere ser humana y justa. Dar por alcanzada la pretensión de atender, como prioridad ineludible, a esos marginados de los beneficios y lanzar al país al lugar que está buscando. Es indispensable vivir sin ese estigma de la desigualdad que ha marcado a México durante generaciones. Ahora sabemos cuántos individuos sufren esta postración indebida. Se sabe, también, dónde están: la mayoría en las ciudades y completadas en la ruralidad. Exigirá recursos masivos para, en verdad, eliminar esta lacra. Lo cual conduce a generar, como ya se advirtió, los haberes impositivos que, con eficiente trabajo prospectivo, se les dé eficiente forma adecuada. Saber que el ingreso y la riqueza concentrada trabaja en sentido opuesto a la igualdad. De ahí que, en esa porción acumulada durante tiempo recordable, se halla la tierra que puede llegar a ser la prometida. Las prevenciones que, contra una reforma fiscal flotan por doquier, tienen que sopesarse con la valentía que esto requiere. La legitimidad exigida para tal aventura se tiene asegurada.