Miércoles 6 de marzo de 2024, p. 4
El legado periodístico y literario de Javier Valdez seguirá vigente por años y es obligada la lectura de sus textos sobre el México bárbaro e incendiado, sostuvo Griselda Triana, compañera de vida del corresponsal de La Jornada asesinado en mayo de 2017.
La viuda del periodista participó en la presentación del libro Javier Valdez: El Bato el último día de la edición 45 de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería y con la que cerró la participación de Sinaloa como estado invitado.
En la misma cita librera, horas antes el profesor de periodismo Édgar Ernesto Liñán Ávila impartió la conferencia El rastro de sangre: Malayerba, un libro de Javier Valdez.
Triana dijo a este diario que se seguirá hablando por mucho tiempo sobre el asunto de las desapariciones forzadas y la búsqueda que hacen sus familias, así como lo que ocurre con quienes ejercen el periodismo.
Destacó que Javier, el periodista y escritor más importante que ha aportado Sinaloa a México y al mundo, no era visionario, sino que tenía un panorama muy amplio sobre las problemáticas en este país
.
Durante la presentación de Javier Valdez: El Bato, Ismael Bojórquez, director y fundador del semanario Ríodoce, mencionó que el volumen es un gran perfil de Valdez, con 60 crónicas, cartas y textos de periodistas, escritores y personas cercanas al autor de Los morros del narco, como Griselda Triana, Jon Lee Anderson, Paco Ignacio Taibo II, Blanche Petrich (colaboradora de este periódico), Élmer Mendoza, Juan Villoro y María Cortina.
Añadió que la portada de este volumen, un rompecabezas que al irlo armando te queda Javier
, es la emblemática fotografía del corresponsal capturada por este periódico. Se trata, continuó Bojórquez, de un material que arroja luz sobre muchas de las partes desconocidas de su amigo, como que fue activista político, candidato a diputado y músico.
Durante la conversación, Triana dijo que a ella y a la familia le costó entender que fueron afortunados porque a Valdez no se lo llevaron y lo torturaron; en cambio, pudieron despedirse de él y saber dónde están sus restos, al contrario de miles de familias de desaparecidos. Comentó que el tema pendiente es el de la justicia por el asesinato.
Más temprano, en la charla El rastro de sangre: Malayerba, Édgar Ernesto Liñán hizo énfasis en el valor narrativo y el origen de los escritos de Javier Valdez: literatura y periodismo se estimulan uno a otro
para abordar la temática de la violencia del narco.
Sus narraciones, continuó el docente de la UNAM, permiten acceder al mundo cerrado y violento, subliman la violencia y su brevedad acerca los sucesos, pero en cada uno de sus textos de ficción “hay la expresión de una denuncia.
Lo que escribió Valdez no fue un talismán de protección para su vida; al contrario, su muerte fue como un guion escrito por él mismo, el mismo rastro de sangre que había ido dejando en sus palmas escritas como testimonio. Ese fue el afán de una vida entregada a contar la vida lastimada de los otros.