Movilidad
no de los graves problemas de las grandes ciudades es el de la movilidad. En la Ciudad de México, por ejemplo, hay trabajadores que invierten tres horas de traslado de sus viviendas a sus trabajos y otro tiempo semejante para regresar a sus casas.
Una parte sustancial de sus ingresos lo gastan en el transporte y, para colmo de males, la contingencia ambiental reduce las opciones de traslado. El transporte público, ya de por sí saturado, no es suficiente para hacerle frente al incremento de la demanda.
Otro problema es la saturación de vías primarias de la ciudad que se convierten a lo largo de las horas pico en estacionamientos, con avances de unos cuantos metros cada que lo permiten semáforos y cuellos de botella en las intersecciones de calles y avenidas.
Año con año se reduce la velocidad en el traslado por automóvil en la ciudad. En el caso del transporte público, sucede un fenómeno semejante. Incluso el Metro, que durante décadas fue uno de los mejores sistemas del mundo, presenta menores velocidades y falta de mantenimiento adecuado.
Hasta el momento se ha privilegiado el transporte privado sobre el transporte público, con ampliación de avenidas, puentes, segundos pisos y vías rápidas que en cuanto se construyen se saturan de forma irremediable.
Además, el número de automóviles en circulación crece continuamente. A lo largo de la década se han incorporado nuevas marcas, principalmente chinas, al mercado nacional y rompen récords de ventas constantemente.
Ante la falta de estacionamientos, las calles se han convertido en espacios para dejar los autos en manos de franeleros y, en las condiciones actuales, no hay manera de revertir el proceso.
Ahora que comienzan las campañas políticas, el tema de la movilidad en la capital y en las grandes ciudades de México es de gran relevancia. Hay dos caminos generales a seguir: privilegiar el transporte privado, como se ha hecho hasta el momento; o construir sistemas eficientes de transporte público, entre los que destaca el Metro.
El gran reto es invertir en un sistema de transporte que trascienda la administración sexenal. Para ello se requieren miles de millones de pesos que no generarán dividendos económicos ni políticos en el corto plazo, lo cual no es atractivo para los políticos.