l Ejecutivo español anunció la creación de una megaempresa pública con el propósito de que su país tenga una presencia muy clara y muy potente
en los sectores tecnológicos en los que se experimentan cambios acelerados. La denominada Sociedad Española para la Transformación Tecnológica (SETT) tendrá una inversión inicial de 20 mil millones de euros (380 mil millones de pesos) y entre sus primeras operaciones estará la compra de 10 por ciento del gigante de las telecomunicaciones Telefónica, lo cual le permitirá participar en el consejo de administración.
La voluntad del gobierno de Pedro Sánchez para desempeñar un papel central en la investigación y el desarrollo de soluciones tecnológicas que den respuesta a la infinidad de problemas que enfrentan las sociedades contemporáneas representa un viraje respecto al prolongado desmantelamiento del Estado español como resultado del apego a la ortodoxia neoliberal.
México no es ajeno a la necesidad de recursos tecnológicos para encarar riesgos actuales que irán agudizándose de manera inevitable en los próximos años. El estrés hídrico que azota a extensas regiones del país, la baja productividad agropecuaria, la ampliación de la cobertura educativa, la búsqueda de remplazos para los agrotóxicos y las semillas transgénicas, la prevención ante futuras epidemias o el diseño de nuevas técnicas de construcción adecuadas a las realidades geográficas nacionales y a un ambiente en rápida degradación son sólo algunos de los retos que demandan el impulso a la soberanía tecnológica. En la medida en que no se alienten la investigación y el desarrollo autóctonos, las soluciones tecnológicas tendrán que seguir siendo importadas, lo que supone no sólo la salida de divisas, sino también el desperdicio de una ocasión para reindustrializar al país, detonar el crecimiento económico, generar empleos y, en suma, producir el bienestar que todos los mexicanos merecen.
El arranque de la relocalización de las cade-nas productivas representa una ventana de oportunidad irrepetible para la citada reindustrialización con una verdadera perspectiva de futuro y un sentido de país. Esto sólo será posible si la llegada de inversión extranjera se acompaña de transferencias de tecnología que sirvan de base para un salto cualitativo en el sector tecnológico nacional. Sin la cesión de la propiedad intelectual sobre equipos y maquinarias, México se condena a continuar como una gran maquiladora, lo que significa vender mano de obra barata como insumo industrial; es decir, a crear empleos intrínsecamente precarizados y empobrecedores.
Estos propósitos requieren incluir el apoyo orgánico a la investigación entre las políticas públicas del próximo gobierno federal. La institución que se haga cargo de ello puede tomar la forma de una empresa, una secretaría de Estado, un centro que combine la investigación teórica con la aplicación práctica, u otro tipo de organismo. Puede ser creada desde cero o construirse a partir de instituciones existentes como el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías, siempre que se le otorgue un rango, atribuciones y presupuesto mayores. Sin importar su configuración específica, deberá operar con el objetivo de generar patentes en los campos de mayor relevancia para las necesidades nacionales. Así pues, vale la pena tomar al SETT como referencia de una política de Estado pertinente en materia de desarro-llo tecnológico.