Política
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Nosotros ya no somos los mismos

Marcha de partidos políticos apodados organizaciones de la sociedad civil // Luchita de clases // El examen del hijo del Presidente

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▲ Aspecto de la manifestación por la democracia en el Zócalo la semana pasada, cuyo único orador fue el ex presidente del INE Lorenzo Córdova.Foto Cristina Rodríguez
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una semana apenas de la realización de la marcha o concentración de partidos políticos de oposición, apodados para estos menesteres, organizaciones de la sociedad civil, llevaron a cabo el día 18 del presente mes, intentemos algunas consideraciones al respecto.

La primera es cuántos individuos aten-dieron a esa múltiple convocatoria a salir a la calle (a golpe de talón y dañinos rayos solares), a fin de hacer pública su demanda de que, a la democracia, no se le debe tocar ni con una desmañanadora declaración. Se trata de una apreciación meramente cuantitativa y, bien sabemos que la importancia, el peso y dimensiones de las cosas que vemos son del color del cristal por el cual las estamos viendo. La segunda mirada es verdaderamente definitoria, porque toma en cuenta el sexo (perdón por mencionar estas palabras malditas en una descripción de gente decente), también el vestuario, los afeites (del verbo afeitar, que habla del arreglo de la barba) y de todo lo que pueda mejorar la presencia física. Como primer punto de sorpresa fue que en esta ocasión la presencia de hombres y mujeres estuvo equilibrada, aunque el alboroto, el regocijo, denotaba la sensación de ellas de estar cometiendo un acto, si no prohibido en esta ocasión, sí absolutamente inusual y, además, de conformidad con el hombre con quien viven (aunque hacía tiempo no sabían uno del otro o la otra del uno) y, sin embargo, llevaban su apellido, habitaban la misma casa y tenían en común alguno (s) hijos. Durante la manifestación no había tampoco muchas personas de la tercera edad. Los padres y abuelos de los manifestantes no desperdician un día de golf o abundante parrillada en estos simulacros mal actuados de una luchita de clases. Ellos ya habían conseguido para sus descendientes (hasta una lejanísima, indistinguible generación), todos los bienes que, en cumplimiento al primer ukase (decreto imperial ruso) divino que cayó desde el altísimo sobre el padre Adán, nos obliga a ganar el pan con el sudor de nuestra frente. Éste (el abuelo o súper chozno, Adán) nos lo endilgó a todos sus descendientes, o sea, a todos los integrantes de la raza humana. Desgraciadamente, desde los orígenes, este confuso dictamen ha dado pábulo a una de las grandes desgracias de la historia. Cuando el Padre Eterno sentenció: Ganarás el pan con el sudor de tu frente, no quedó claro si el sudor al que se refería se concretaba al exudado por la frente de Adán (en ese entonces había sólo dos frentes: la de Adán y la de su cónyuge), o a una figura del lenguaje, llamada sinécdoque, cuya gracia es referirse al todo, mencionando tan sólo una de sus partes. Porque resulta que otra interpretación aún más complicada es: ¿y si lo que quiso asentar Diosito fue que, a cada ser humano le correspondía una cuota estrictamente individual, sea por sus conocimientos, talentos, habilidades y esfuerzo personal y voluntario del trabajo colectivo, que implica la construcción y permanente mejoría de este universo que, con toda reserva, se nos ha confiado construir? ¿La acumulación originaria de la riqueza tiene entonces un origen divino? Al respecto, hablaremos otro día, aunque podamos llegar a ser acusados de esparcir ideas subversivas y promovedoras de los viejos delitos de disolución social.

Nos faltó referirnos, también, al sentido fervorín del orador único, del acto del día 18 en el Zócalo y, sobre todo, a la decisión final que tomó el director de la Facultad de Derecho sobre la autorización al joven más influyente del país para que presentara su examen profesional sin haber cubierto las condiciones exigidas por el reglamento escolar. Me refiero, aun cuando parezca poco creíble, al hijo del Presidente de la República. Para bien de todos, siempre hay mexicanos ejemplares, aún sin ser ministros de la Suprema Corte de éste, nuestro traficado país.

@ortiztejeda