arios son los problemas que atoran al presidente Biden en su pretensión de ganar popularidad. Los comentaristas en las más importantes cadenas de televisión atinaron al decir que algunas de las decisiones que tiene que tomar para superar su caída en popularidad son graves y riesgosas, pero necesarias.
La migración se ha convertido en un tema grave, no sólo en los estados fronterizos, sino en aquellos alejados de la frontera como Nueva York y Florida. A sabiendas de ello, una comisión de senadores, integrada por demócratas y republicanos, propusieron llegar a un acuerdo para resolverlo. Las negociaciones avanzaban por buen camino hasta que Trump, con su característica arrogancia, decidió que un acuerdo para resolver la crisis favorecería al presidente Biden, y prohibió a los senadores republicanos llegar a cualquier tipo de acuerdo con los demócratas. Lo que está claro es que al margen de que los demócratas cedan en las exigencias de los legisladores de oposición, Trump nunca estará satisfecho y siempre impondrá más y más condiciones para evitar cualquier solución en la que participen los del partido en el gobierno.
En ese contexto, sucedió algo inesperado. En las elecciones celebradas en un distrito electoral que históricamente había sido bastión del Partido Republicano en Nueva York, el candidato demócrata venció a la candidata republicana. Lo trascendente es que lo logró arrebatando el tema de la migración a su oponente. Entre sus formulaciones destacó la necesidad de controlar la frontera, cuestión que un electorado mayoritariamente conservador aplaudió y a la postre parece haberle dado la victoria. Se dedujo que en la campaña del candidato demócrata manifestó la preocupación sobre la gravedad de lo que ocurre en la frontera, lo que puede ser un ejemplo a seguir como medio para arrebatar la bandera de la crisis migratoria a los republicanos. ( The Guardian, The Hill). El problema es que creó una división en el Partido Demócrata sobre la forma en que se debe retomar el asunto de la migración. Por un lado, quienes consideran que no se debe castigar a los migrantes con una política draconiana, como es la pretensión de los republicanos y, por el otro, quienes consideran que es necesario atender a la preocu-pación de la sociedad en torno a la entrada irrestricta de migrantes a la nación, tomando medidas que impliquen mayor control en la frontera y la revisión de las consideraciones sobre política de asilo.
La crisis en el sistema migratorio es sólo uno de los problemas más acuciantes para el presidente. Otro es la forma en que ha actuado en la guerra entre palestinos e israelíes en la franja de Gaza. Cada vez es más evidente que la forma en que Netanyahu pretende aplastar al Hamas, sin importarle la muerte de cientos de miles de palestinos inocentes, ha despertado la repulsa en todo el mundo. Independientemente de las discutibles razones del primer ministro israelí para actuar de esa manera, el hecho es que en Estados Unidos crece la preocupación en torno a la forma en que Biden ha encarado el problema. Hay un sentimiento creciente entre la población musulmana de origen árabe por la tolerancia de Biden con la agresiva política de Netanyahu, al grado de que muchos de sus integrantes, sintiéndose abandonados, han dicho que no apoyarán al presidente en su relección. (Entrevistas en PBS Newshour, CNN).
Un agudo observador incluso ha sugerido que Biden debiera actuar como lo hizo Netanyahu cuando, apelando al sector más reaccionario del partido republicano, pronunció un discurso en el Capitolio, diciendo que la creación de dos estados (Israel y Palestina) era inviable y peligrosa. En respuesta, Biden debiera declarar ante el parlamento israelí que la creación de dos estados es la única opción de paz en el Medio Oriente y advertir el peligro que Netanyahu representa para Israel y para la región de continuar con su política beligerante. (Ezra Klein)
Otro de los problemas en la caída depopularidad del presidente es la infla-ción. Pero es un tema de percepción que el presidente está en posibilidades de resolver si muestra más incisivamente sus logros en materia económica, lo que está a la vista. La cuestión de Ucrania no debiera tener grandes contratiempos para Biden, ya que al menos 77 senadores de ambos partidos votaron por continuar el apoyo que por dos años se ha dado a esa nación.
Su edad, como problema inevitable, es relativo. Sistemáticamente ha demostrado su madurez y comprensión de lo que en el fondo necesita la democracia de su país.