De oportunidad
a esperada presentación de las reformas constitucionales propuestas por el Presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo un hueco que a muchos y muchas nos hirió profundamente, pues el anhelo nuestro, colectivo, por que sea reintroducida en la Constitución el equivalente actual del principio fundador de la Revolución Mexicana, es decir, la tierra es de quien la trabaja, faltó y nos dejó un hueco doloroso en la confianza que tenemos sobre la 4T.
Sin embargo, no declinaremos nunca y lucharemos porque el llamado segundo piso
escuche y resuelva lo correcto: la tierra debe regresar a sus cultivadores con la garantía de que no serán propiedad de nombre y apellidos, sino posesión de mentes y manos que las hagan producir de manera inteligente, sin químicos ni acrobacias genéticas, nada de monocultivos y respetando su sustento, que es la tierra misma, pues los productos, alimentos terrestres, que son nuestra herencia irrenunciable, junto con el medio natural en que estamos asentados todos, campesinos y población urbana, es el territorio llamado México.
Sin embargo, los militantes de esta propuesta que lleva 10 años publicándose en estas páginas, no han tenido la capacidad de hacer comprender a todos los lectores que este momento histórico, con sus propuestas, por oportunas que sean, ha debido conducir a nuestro país por una brecha zigzagueante, correspondiente al momento histórico de las fuerzas sociales, a veces antagónicas, a un objetivo final que no dejamos de enunciar, de modo que, en vez de abandonarla tras 30 años de explicar el sustento de nuestra convicción, seguiremos adelante, si se retrasara la dicha reforma constitucional y su inmediata ejecución, levantando la voz y los brazos más alto, reunidos en millones de exigencias y luchas hasta obtener la paz merecida, plataforma del progreso y bienestar.
En otras palabras, subrayamos que la única solución real y sensata para el grave problema del hambre y la migración es recuperar los policultivos que ya fueron probados desde hace más de 10 mil años como base de dietas completas y equilibradas por seres humanos que inventaron sin influencias externas cocinas exquisitas y nutritivas, la astronomía y matemáticas, lenguajes y escrituras, artes plásticas y literatura, métodos eficaces para construir con varios diversos materiales todo tipo de estructuras útiles y simbólicas… en fin.
El siglo XXI en nuestro país (y tal vez en nuestro Continente) debe estar marcado por una revolución positiva que retome las enseñanzas del pasado continental, lo que no será un retroceso, sino un Renacimiento Americano, a nuestro modo y con nuestras capacidades.
Si los moderadores del Instituto de Formación Política de Morena no nos quisieron oír ni permitir que habláramos de nuestros hallazgos y razones para organizar una cruzada por la milpa prehispánica, son ellos quienes quedarán fuera de la historia.
Porque nosotros, que cada vez seremos más, sin belicosidades, llevaremos a los mexicanos de buena voluntad y carentes de espíritu de competencia y sobrados en buenas intenciones para nuestra tierra y sus habitantes, cuyas filas serán engrosadas por miles de migrantes re-conquistados por su Patria Nueva que ellos han ayudado a reconstruir con sus remesas...
Y todos, con nuestras filas urbanas, contribuiremos con la construcción del llamado Segundo Piso de la 4T.