Cada primero de febrero se prenden las llamas en una nueva comunidad michoacana para comenzar el año
Sábado 3 de febrero de 2024, p. 3
Morelia, Mich., El primero de febrero comenzó el Año Nuevo purépecha con el encendido del Fuego Nuevo en la comunidad indígena de Ocumicho, municipio de Charapan.
Cada pueblo tiene el orgullo de mantener este símbolo durante un año. Del primer día de febrero de 2023 al 31 de enero de este 2024, el fuego estuvo encendido en la comunidad de Erongarícuaro, en la ribera del lago de Pátzcuaro.
En los últimos días de enero de este 2024, salieron los cargueros llevando las brazas del Fuego Viejo hacia Ocumicho. Cada año, la sede de esta tradición se traslada a otra comunidad purépecha de las regiones de la Meseta, Cañada de los Once Pueblos, Ribera de lago de Pátzcuaro, Sierra y Ciénega de Zacapu.
Desde 1983, los pueblos de estas regiones celebran el Año Nuevo con el encendido del Fuego Nuevo, tradición que se remonta a la época prehispánica. Según el calendario purépecha, el año consta de 18 meses de 20 días, y se inicia el primero de febrero.
El ritual se lleva a cabo cada vez en un pueblo distinto, que recibe el Fuego Viejo de la comunidad que lo custodió el año anterior.
La primera vez que se llevó a cabo la ceremonia fue en Tzintzuntzan; desde entonces se realiza cada año, siendo un elemento importante de fortalecimiento y cohesión del pueblo purépecha.
Fuego Abuelo
El primero de enero, el Fuego Abuelo –Tata Ch’upiri– arribó por la mañana a la plaza principal de Ocumicho, tras una larga caminata. Fue recibido con pirecuas, sones y abajeños, con copal y bien custodiado por los cargueros –quienes trasladaron el Fuego Viejo de ambas comunidades.
El paso del Fuego Abuelo es una bendición para las comunidades y caminos que van recorriendo, ya que con el humo y las llamas van purificando el lugar. El sonido de los caracoles alertó que Tata Ch’upiri se iba acercando y así lo hacen cada vez que llega a algún poblado. Al Fuego Abuelo lo llevan en un tipo de anafre cubierto con listones de los colores de la bandera purépecha, y con toda solemnidad apagan sus llamas.
Poco antes de la medianoche del primero de enero, los cargueros del Fuego Nuevo comenzaron los preparativos para encender el Año Nuevo; con el sonido de los caracoles principia la ceremonia, todos guardan silencio y esperan a que la madera que fue colocada en la piedra empiece a arder; así, las llamas empiezan a subir y con ello se inicia el Año Nuevo purépecha.
Kurhíkuaeri K’uínchekua
“La tradicional ceremonia Kurhíkuaeri K’uínchekua (Año y Fuego Nuevo P’urhépecha) es una celebración de renacimiento de esa cultura que se realiza cada primero de febrero.
“Mantiene al menos tres principios: no se permite la intromisión de los partidos políticos, la participación de las religiones occidentales ni la intervención de instituciones gubernamentales o privadas. Es una celebración originaria, autónoma e histórica del pueblo purépecha.
“La celebración Kurhíkuaeri K’uínchekua es una construcción histórica del pueblo purépecha y es un elemento generador de orgullo e identidad frente al mundo mestizo. También busca la autonomía cultural indígena, un medio para el rescate y el fortalecimiento del idioma purépecha, un sistema de crítica y autocrítica a la religión católica y a los partidos políticos, es símbolo de resistencia, y, sobre todo, es el camino para la construcción de su devenir histórico”, informó Pavel Guzmán, ex carguero del Fuego Nuevo e integrante del Consejo Kurhíkuaeri K’uínchekua.