n tan sólo unos meses, México vivirá un proceso electoral fundamental para consolidar la transformación. En este contexto, es importante tomarnos espacios para reflexionar sobre los resultados de este sexenio y los retos pendientes. Primeramente, la labor de la Cuarta Transformación, de la que tantas mexicanas y mexicanos hemos sido parte por medio de nuestro trabajo y compromiso con el cambio, es monumental y titánica. La situación en la que esta administración encontró al país era muy desalentadora, principalmente en el tema laboral y de privilegios para unos cuantos. Sin embargo, el deseo de construir una mejor nación fue más fuerte que cualquier obstáculo y, hoy, nuestro país vive un tiempo de mayor orden, libertad, democracia y prosperidad.
Precisamente porque hemos hecho posible un cambio profundo y radical en nuestro país es pertinente analizar qué rumbo tomará la política laboral, social y económica. Resulta útil ser cuidadosos con los personajes, instituciones u organizaciones que quieren sumarse a la continuación de la transformación. Las condiciones en México no están para improvisaciones o para sumar elementos que no aportan al cambio, sino que demeritan los esfuerzos por una verdadera política y cultura laboral.
Uno de los pendientes más importantes para este sexenio es reforzar y consolidar la libertad sindical que trajo la reforma laboral de 2019. Con todo y estos avances, nuestro país sigue albergando sindicatos y dirigentes que simulan proteger a las y los trabajadores, mientras acuerdan para su propio beneficio traicionar los intereses de quienes representan, con tal de favorecer a la cúpula empresarial que se enriquece mediante la injusticia. En esta coyuntura electoral, debemos estar atentos a los discursos políticos que usan la lucha obrera para manipular y defender sus intereses, sin un espíritu de cambio ni de justicia legítimos.
En definitiva, el mundo del trabajo se disputa entre dos perspectivas: aquellas que aunque dicen ser progresistas, buscan sostener las mismas estructuras de opresión e incumplimiento de los derechos laborales, los cuales son derechos humanos; y las organizaciones verdaderamente modernas, innovadoras y de avanzada: los sindicatos auténticos y democráticos, como lo es el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares que me honro en presidir, damos batalla todos los días para cambiar y modernizar a fondo el sindicalismo mexicano.
Con la finalidad de continuar con la transformación y mantenerse fieles a sus ideales de justicia y prosperidad compartida, las y los comprometidos de esta continuidad deben evaluar responsable y conscientemente las alianzas a las que suscriben. En principio, consolidar la Cuarta Transformación no es posible si no es en unión con la lucha obrera porque iría en contra de su finalidad. Por tanto, la asociación con sindicatos y organizaciones falsas y corruptas sería dar un paso atrás en este avance. Es impensable que las supuestas organizaciones sindicales que irán de la mano con la continuidad estén encabezadas por personajes viles, corruptos y falsos defensores de derechos laborales.
Ahora que estamos en proceso electoral, muchas organizaciones simuladas se quieren integrar, pero es importante reconocer que no se puede aglutinar a cualquier tipo de agrupación, sino a aquellas que vayan a tono con la justicia laboral y el cumplimiento de los derechos, estandartes de esta administración que ha sido tan crítica con la flexibilidad y precariedad laboral permitida por gobiernos anteriores para atraer inversiones extranjeras y mayoresganancias.
Frente a las organizaciones engañosas, es imperioso que unamos esfuerzos para no caer en las prácticas del viejo régimen: como la del acarreo, que no tiene un compromiso real con la transformación y con el proyecto de nación impulsado por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Estos falsos sindicatos tienen intereses particulares, lejanos a la lucha obrera, oponiéndose incluso a reformas tan importantes como la eliminación de la subcontratación, las vacaciones dignas y, ahora, con el cínico cabildeo que realizan en las cámaras para impedir la reducción de la jornada laboral. Es necesario extirpar el cáncer del sindicalismo simulado que tanto daña a la fuerza laboral y apostar por instituciones auténticas, democráticas y justas.
México debe seguir avanzando de la mano de aquellos sindicatos que representen verdaderamente los valores y objetivos de la transformación, pues el avance político, económico y social obtenido es monumental: más que nunca debemos trabajar para que esta tendencia continúe. Debemos seguir luchando por un camino que realmente beneficie y consolide el bienestar de la clase trabajadora y de sus familias. Son tiempos de definiciones; no dejemos que se ponga en riesgo la continuidad al ponerla en manos de organizaciones corruptas, tengamos en mente que no todo suma: debemos aglutinar y fortalecer a los verdaderos sindicatos, libres y democráticos. En esa línea, el Sindicato Nacional de Mineros y la Confederación Internacional de Trabajadores (CIT) continuaremos trabajando para lograr una política laboral integral y digna para todas y todos rumbo a este 2024. No daremos marcha atrás, pues nuestro compromiso con la clase trabajadora y con el pueblo de México es firme y auténtico. Vamos a lograr que cada trabajadora y trabajador mexicano goce de los derechos que merece, con empleos dignos, justos y bien remunerados, pero especialmente, que aporten un mayor bienestar y seguridad para la gran mayoría de la población.