Una reforma integral de salud como la que está en marcha en México requiere, por lo menos, de 10 años para operar en condiciones óptimas, pues los cambios son graduales y necesitan inversiones crecientes. También es importante que los proyectos tengan continuidad y trasciendan a los gobiernos, afirmó Frederico Guanais, director adjunto de la División de Salud de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

En la presentación del informe Panorama de la Salud 2023, comentó que para el país los principales retos están en la obesidad, que afecta a un tercio de los adultos y en términos económicos se refleja en la disminución del producto interno bruto (PIB) en 5.3 por ciento. Este es el mayor impacto registrado entre los países del organismo internacional.

Señaló que se requiere con urgencia una acción intersectorial para prevenir el sobrepeso y la obesidad porque se trata de una bomba de tiempo. La crisis de salud en México se va a agudizar por este tema.

La alternativa, señaló, está en el fortalecimiento de la prevención, la atención primaria y un abordaje amplio de políticas públicas como la reformulación de alimentos para disminuir el contenido de sal, azúcar y productos ultraprocesados, así como la promoción de ambientes saludables y de actividad física, el control de la publicidad de alimentos dirigidos a la infancia y acciones en otros sectores como el educativo y laboral.

Respecto a los cambios impulsados en el sistema nacional de salud y la oferta presidencial de lograr servicios médicos como los de Dinamarca, Guanais tomó el caso de Países Bajos, cuya reforma inició en 2004 y hasta 2015 se concretó. En ese tiempo es factible hacer ajustes, cambiar el nombre de la estrategia y lo que no funcione, pero la continuidad es fundamental.

Destacó que en muchas ocasiones se subestima el tamaño e impacto de las reformas, pero se necesita tiempo y, en el caso de México, hace falta aumentar la inversión pública, sostuvo.

El Panorama de la Salud elaborado por la OCDE se refiere a la situación en Costa Rica, Chile, Colombia y México. Acerca de nuestro país, indicó que tuvo un mejor desempeño sólo en 36 por ciento de los indicadores sobre el estado de salud, ocupa el lugar 34 de 38 naciones en la esperanza de vida y en la inversión en el sector es el más bajo entre los miembros de la OCDE.

Destacó que la esperanza de vida en los cuatro países registró un ligero incremento, a pesar del impacto de la pandemia de covid-19. Para México, dicho aumento fue de 0.3 años, lo que es positivo si se compara con Perú, que redujo 2.3 años el indicador o Argentina y Brasil con una disminución de 1.1 años cada uno.

En cambio, la mortalidad infantil, que para la mayoría de los miembros de la OCDE ya no es un problema, en América Latina permanece el desafío. México se ubicó en el segundo sitio con una tasa de 12.7 por mil nacidos vivos, sólo después de Colombia, que registra una tasa de 16.5 por cada mil.

Otro padecimiento con una elevada prevalencia en la región es la diabetes. Chile, México y Colombia tienen tasas superiores al promedio de la OCDE, señaló Guanais y resaltó que en estas naciones hay una doble carga por enfermedades viejas y nuevas que exigen una mayor inversión económica.

El Panorama de la Salud también exploró la disponibilidad de médicos. El promedio de la OCDE es de 3.7 por mil habitantes y en México es de 2.5 por cada mil. El gasto privado en salud se mantiene elevado con 47 por ciento, mientras en la OCDE es de 24 por ciento.