nn Arbor, Michigan. Nuestras miradas son atraídas de manera natural hacia los bombardeos, los ataques aéreos y las estadísticas de muertes. Este principio es ejemplificado por el furor que causó el bombardeo del hospital Al-Alhi, cuya autoría es difícil de atribuir dentro de la niebla de la guerra. Debe recordarse, sin embargo, que Israel ha amenazado a muchos otros hospitales, exigiendo evacuarlos, por poco realista que sea esa demanda. Pero la amenaza de una guerra total contra los civiles en Gaza viene de una política diferente, que pone en peligro sus vidas en una escala mucho mayor, si bien de maneras menos llamativas.
El gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, comenzó su contrataque contra los palestinos de Gaza con un anuncio de que se cortaría el suministro de agua, electricidad y productos básicos. La planta de agua potable de Gaza y las redes públicas de agua fueron desactivadas por los israelíes.
Entre los productos
bloqueados están los alimentos importados. Netanyahu ordenó también a los palestinos que viven en el norte de Gaza trasladarse al sur, desplazando a la mitad de los 2.2 millones de habitantes de la franja. Esas transferencias de población están prohibidas por el derecho internacional. Israel ha anunciado también que está atacando hospitales en los que se ubican 2 mil de las 3 mil 500 camas de hospital de la franja. No se ha presentado ninguna prueba de que los hospitales de Gaza se estén usando para propósitos militares.
Las políticas de Netanyahu son una sentencia de muerte contra las mujeres, niños y otros no combatientes en la franja de Gaza. Han creado la crisis humanitaria más grave en el mundo. Este es un crimen de guerra de inmensas proporciones, pero es muy poco atendido por los observadores del conflicto.
Estados Unidos aplaude que se esté matando de sed a mujeres y niños en Gaza y fue el único de los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU que vetó la resolución de Brasil que llamaba a un cese inmediato del fuego. Hay algo terriblemente malo en el gobierno de Joe Biden con respecto a esto, pues abraza al gobierno extremista israelí contemporáneo en vez de ayudar a que sus miembros sean enviados a juicio en La Haya.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) señala: La inanición como método de guerra está explícitamente prohibida, sea cual fuere la naturaleza del conflicto, y en el concepto de objetos esenciales para la supervivencia de la población civil entran las instalaciones de agua potable, las reservas de líquido y las obras de riego. La inmunidad de estos objetos indispensables sólo se puede suspender cuando son usados únicamente por las fuerzas armadas o en apoyo directo a la acción militar. Aun en ese caso, los adversarios deben abstenerse de cualquier acción que pueda reducir a los pobladores a la inanición o privarlos del agua esencial
.
El propósito primario de Netanyahu puede ser destruir a la organización terrorista Hamas en venganza por sus monstruosas atrocidades del 7 de octubre y después, que han dejado unos mil 400 muertos en Israel y 4 mil 229 heridos, en tanto otros continúan retenidos como rehenes (un crimen de guerra de Hamas, entre otros). Que Netanyahu se proponga la destrucción de Hamas es comprensible y perfectamente legal. Sin embargo, está dejando en claro que también quiere infligir el máximo daño a los palestinos ordinarios que no están conectados con ese partido-milicia (que son la mayoría). La mitad de la población es menor de 18 años y pocos han votado alguna vez por Hamas.
A causa del bloqueo de Israel, que dura ya 16 años, los palestinos de Gaza dependen en gran medida de la ayuda para sobrevivir. Esa ayuda ha sido cortada. El gobierno de Netanyahu afirma ahora que permitirá la entrada de unos cuantos camiones egipcios con ayuda, pero esto es apenas un parche sobre un problema social de proporciones gigantescas.
La Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) informó el miércoles pasado: La cifra acumulada de vidas perdidas en la franja de Gaza es de 3 mil 478 a las 17 horas (del 18 de octubre), incluyendo por lo menos 853 niños (al 17 de octubre), de acuerdo con el ministerio de salud en Gaza. Se cree que cientos de víctimas adicionales están atrapadas en los escombros. El número de desplazados internos se estima en alrededor de un millón. De éstos, más de 500 mil están refugiados en las escuelas de la UNRWA en el centro y el sur de Gaza, en condiciones cada vez más precarias
.
La Agencia de Naciones Unidas de Alivio y Obras para Refugiados Palestinos (UNRWA, por sus siglas en inglés) señala que no puede proporcionar a esos refugiados internos los alimentos, agua, artículos higiénicos o el apoyo sicológico que necesitan.
Unas 100 personas desplazadas que se refugiaban en instalaciones de la UNRWA en Gaza han muerto en los bombardeos israelíes.
El flujo de agua potable es esencial porque el acuífero de Gaza ha sido contaminado con aguas negras y desechos industriales y ha tenido entrada de agua de mar –es decir, salada–, en parte por la elevación de los mares causada por el cambio climático. Beber agua de mar causa micción frecuente y conduce a la deshidratación y la muerte en cuestión de días. Sólo 48 por ciento del agua dentro de Gaza es potable. Sin electricidad ni combustible, la gente no puede hervir el agua para destruir las bacterias. Ni siquiera eso solucionaría el problema del agua salada.
La UNRWA escribió hace unos días: La gente en Gaza tiene acceso severamente limitado al agua potable limpia. Como último recurso, está consumiendo agua salobre de los pozos agrícolas, lo que dispara seria preocupación por la propagación de enfermedades transmitidas por el agua. Por quinto día consecutivo, Gaza no ha tenido electricidad, lo que lleva al borde del colapso a servicios vitales, como salud, agua y saneamiento, y empeora la inseguridad alimentaria
.
Aunque el gobierno israelí afirmó haber devuelto el suministro de agua para el sur de Gaza, este anuncio parece haber sido mera propaganda. El ministerio de salud de Gaza sostiene que no se ha recibido líquido. Palestinos señalaron en redes sociales que sin electricidad no es posible bombear agua. La electricidad continúa cortada. Además, muchas de las tuberías de agua fueron destrozadas por el bombardeo aéreo israelí.
Israel reconoce que sigue bloqueando el paso de agua hacia el norte de Gaza.
Los niños pequeños están en riesgo especial de morir por tomar agua inadecuada, impura o salina. La mortalidad de niños pequeños sin duda se ha disparado en Gaza y, a menos que se suspendan las desalmadas políticas de Israel, veremos montones de cadáveres de bebés mucho más grandes que los producidos por los bombardeos.
* Intelectual y comentarista sobre temas de Medio Oriente y el sur de Asia. Profesor colegiado de la cátedra Richard P. Mitchell en la Universidad de Michigan.
Tomado de Informed Comment by Juan Cole (https://www.juancole.com/2023/10/crippling-israels-netanyahu.html)
Traducción: Jorge Anaya