Pedro López, entrenador de la selección mexicana femenil, sabe que enfrentar al anfitrión de una competencia produce la hostilidad de un escenario completo. Algu-nas de las expresiones futbolísticas que el español observa alrededor de su equipo es que Chile, su ri-val de hoy en el estadio Elías Figueroa, ha ido transformándose al mismo tiempo que el futbol femenil. Como los Juegos Panamericanos albergan muchos capítulos de gran rivalidad entre países, el desafío de ganar su segundo partido de la fase de grupos es todavía más grande.

Jugar en Chile contra el anfitrión siempre es un reto ilusionante, reconoce López después de una presentación estelar contra Jamaica, al que vencieron por 7-0 con goles de casi todas sus delanteras. Esperamos un estadio con mucho público, pero, sobre todo, a una selección con un nivel competitivo muy alto. Es un reto muy importante. Hemos traído a los Panamericanos a las elegidas de cara a futuros torneos y nos va a exigir mucho, porque las chilenas vienen con todo.

Aunque asomarse demasiado al futuro puede ser una trampa, el español está al tanto del cruce que existe entre los calendarios del torneo continental y la Liga Mx Femenil, que celebrará su última fecha el mismo día en que se llevará a cabo la final en Santiago. Son cosas que los directivos, Ivar (Sisniega) y Andrea (Rodebaugh), han estado hablando con los clubes. Es un tema solucionado, afirma.

Si tuviera que anticiparse al ambiente del partido, la delantera Jacqueline Ovalle imagina aficionados de pie, con cánticos constantes en favor de la Roja. Pero haber jugado finales en México con Tigres, además de los clásicos regiomontanos frente al Monterrey, configura en ella una tranquilidad distinta a la que sus rivales se imaginan.

Chile está en su casa, con su gente, y existe motivación extra para ellas, pero nosotras también lo hemos hecho. Jugamos partidos con miles de aficionados en las tribunas, así que tenemos esa ventaja, señala la delantera, cinco veces campeona de Liga.