l borde de un ataque de pánico, la sudorosa cúpula del Poder Judicial ve cómo el Legislativo se apresta a recortar más de 15 mil millones de pesos al jugoso cuan creciente presupuesto del que goza año tras año. El dictamen aprobado por los diputados que integran la Comisión de Presupuesto –que debe presentarse a la consideración del pleno de San Lázaro– apunta a la extinción de 13 voluminosos fideicomisos que a todas luces son injustificables por estar destinados a satisfacer necesidades privadas –fuera de toda norma de un servidor público– pagadas por los contribuyentes, quienes incluso deben cubrir, entre muchos otros, los gastos para el mantenimiento de las casas de magistrados y jueces, donde hay disponibles 76.5 millones de pesos.

Tras la aprobación de dicho dictamen, de inmediato comenzó la campaña sucia en contra de los legisladores que se pronunciaron por la afirmativa y se echó a caminar el negro aparato propagandístico que advierte sobre el gran peligro que corren los trabajadores (no la cúpula dorada) del Poder Judicial por el inminente recorte de dichos fideicomisos, cuando en los hechos éstos se destinan a mantener los monárquicos privilegios y prebendas de ministros, magistrados y jueces.

Ayer mismo lo dejó en claro el presidente López Obrador: ahora hay enojo y están también desinformando, hablando de que se van a quedar los trabajadores del Poder Judicial sin sus prestaciones; no. Si el Poder Legislativo suspende, cancela, esos fideicomisos, no se afecta en nada a los trabajadores, eso también para que lo conozcan todos los trabajadores del Poder Judicial, son los privilegios de los de arriba. Que un ministro en México gana hasta 700 mil pesos mensuales, si se suma todo lo que obtienen con prestaciones, como cuatro o cinco veces más de lo que yo percibo. Entonces, eso es, es cortar el copete de privilegios, pero no es afectar a los trabajadores.

Para 2024, el Poder Judicial solicita un presupuesto por poco más de 84 mil 792 millones de pesos, de tal suerte que de aprobarse en el pleno el dictamen de la comisión respectiva (los 15 mil millones) implicaría un tijeretazo cercano a 18 por ciento respecto a la petición original. Pero, ¿qué significan 15 mil millones? Para dar una idea, el monto a recortar equivale a cuatros veces el presupuesto 2023 destinado a la Secretaría de Economía; dos al de Gobernación: una y media al de Relaciones Exteriores; dos tantos el asignado a la Universidad Autónoma Metropolitana y 32 por ciento del destinado a la Universidad Nacional Autónoma de México, sólo como ejemplo.

El mandatario mexicano señaló que “es notorio que siempre el Poder Judicial ha tenido un trato preferencial en cuanto al manejo del presupuesto, ha sido bien atendido para contar con el apoyo de jueces, de magistrados, de ministros. Todo esto tiene como antecedente lo que fue la práctica del ‘maiceo’, que se inicia con la dictadura de Porfirio Díaz. Era famoso que Porfirio Díaz sobornaba a sus potenciales opositores; cuando alguien lo cuestionaba, decía: ‘ese gallo quiere maíz’, y le daban maíz al gallo y dejaba de cantar, dejaba de inconformarse el gallo, de oponerse”.

Esa práctica, dijo, aunque parezca así muy esquemática y elemental, se trasladó incluso, resistió a la Revolución mexicana y se siguió aplicando, sobre todo en el periodo neoliberal, para que la oligarquía tuviese mangas anchas y poder quedarse con los bienes del país o trasladar los bienes del país a particulares pues necesitaba tener bien maiceados a los funcionarios públicos, porque me cuesta trabajo llamarles servidores públicos.

Corrupción y complicidad. Como lo señaló el diputado Hamlet García Almaguer: el Poder Judicial fue engordando un cochinito dorado desde 2013, cuando comenzó una operación sistemática para generar subejercicios de manera artificial, que no fueron devueltos a la Tesorería de la Federación, sino depositados en dichos instrumentos a manera de ahorro. Con la reforma, los privilegios del Poder Judicial están en agonía; sólo los mantiene vivos la respiración artificial que les otorga la oposición.

Las rebanadas del pastel

La única diplomacia que conocen los gringos es la de las armas, práctica que les ha facilitado su expansionismo y representa un jugoso negocio, más un motor para su economía. Para ellos lo de Ucrania ha sido un sonado fracaso militar, pero ya se frotan las manos al abrirse otro frente y si no los hay, pues los inventan sin importar la zona geográfica. ¿Estamos en la antesala de la tercera guerra mundial?

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