Opinión
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Ciudad perdida

Golpear: tres intentos, tres fracasos

T

erminó una semana que, por sus hechos, explica desesperaciones y frustraciones adelantadas y que no deja dudas del derrotero que han tomado las carreras por la candidatura de Morena a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

Por ahí del martes o miércoles, un video con hombres encapuchados y muy bien armados, pero con un discurso propio del priísmo tardío, nada que ver con el narco, en el que se lanzaban amenazas en contra de Omar García Harfuch, pretendió crear una duda sobre la posibilidad de que G Harfuch gobernara en paz, pero el intento fue inútil, nadie cayó en la patraña.

Un día después, en una muy importante rueda de prensa en la que el asunto de la desaparición de los 43 de Ayotzinapa era el tema central, una pregunta, de esas que parecen sembradas, provocó un giro en la reunión por la respuesta del subsecretario Alejandro Encinas.

Fue otro buen intento. Encinas, tan bueno en esquivar preguntas mal intencionadas, tan ducho en cuestiones políticas, en fin, tan experimentado, responde a la provocación como el más novato y encaja la duda: Omar García Harfuch sí participó en las reuniones en las que se fraguó la verdad histórica.

La especie no duró mucho. Aunque al principio fue preocupante. Más allá del escándalo y el gusto de alguien, y de la enésima explicación que sobre el tema ofreció G Harfuch, la insidia se desmoronó y luego, desde la cúspide de Morena se hizo claridad en el asunto y se encueró la verdad.

La condena al juego sucio, al golpe bajo, a la calumnia, sin acusar la intervención de la oposición, dejó en claro que se trataba de fuego amigo, lo que complicaba aún más el complejo sistema de elección que se dio en Morena.

Por eso, lo mismo el presidente López Obrador que la segura candidata de Morena a la Presidencia, Claudia Sheinbaum, condenaron públicamente los ataques que muy claramente se dieron desde alguna de las esquinas de los competidores.

Y no obstante, un día después de tal situación, alguna miniencuesta mal parida se hacía cómplice de la patraña y advertía de triunfos en ese momento imposibles de creer. Tercer buen intento, frustrado.

Así concluyó la semana que ha ido mostrando algunas interesantes formas de hacer campaña sin decir nada, sin prometer nada, pero con la presencia de quienes se van a enfrentar a una encuesta real en la que los errores de campaña pesarán en contra de quienes han jugado sucio.

Morena tiene la obligación de mostrarse diferente a lo que hasta ahora nos ha mostrado el juego político electoral.

Desde luego, hay quienes buscan en la insidia y la calumnia lo que no les da el reconocimiento popular al trabajo, pero eso es lo que Morena busca erradicar. Lo que pasó en la semana que terminó fue grave en muchos sentidos, pero principalmente en lo que a moral partidista se refiere.

Actuar como el PRI o como el PAN sólo lleva a la muerte del partido. Lo sucedido con el PRD es el ejemplo más claro de que hay quienes no han podido superar el síndrome de la perversidad tricolor. Dejar que eso cunda e infecte a todo el organismo es responsabilidad de toda la militancia.

Morena tiene todo para mostrar que se puede hacer de las elecciones internas un juego limpio, todo depende de poner por encima de todo lo mejor para la gente. De eso se trata.

De pasadita

Nos cuentan de buena fuente que el alcalde de Gustavo A. Madero anda con la idea de contratar a 2 mil 200 promotores para promocionar a quien él supone obtendrá la candidatura de Morena a la ciudad.

Esto, como se hacía en el Revolucionario Institucional momentos antes de pedir permiso para alejarse del cargo e incorporarse al equipo de su preferencia.

Con él, según nos aseguran, se irá el alcalde de Xochimilco, José Carlos Acosta, uno de los peor calificados por su trabajo. Vaya adquisiciones.