La historia de Persak podría ser la de cualquier artista callejero o urbano que incursionó en esa vertiente plástica siendo adolescente, haciendo grafitis, pintas o murales de forma clandestina.

Pero a sus 30 años, para Persak quedó atrás esa época de corretizas, regaños, coscorrones y hasta detenciones en patrullas y estaciones de policía. Ya nunca más se cobija en la complicidad de una calle solitaria o la oscuridad de las noches.

Ahora incluso lo contratan para desbordar su imaginación y la pirotecnia de sus colores en muros y todo tipo de construcciones.

El pintor y muralista Daniel Martínez Carrillo es originario de uno de los pueblos del Ajusco y uno de los más de 100 artistas urbanos que desde 2020 participan en un programa emprendido por la Secretaría de Obras y Servicios de la Ciudad de México (Sobse) para la recuperación de lugares públicos a través del arte.

Por medio de esa iniciativa, entre 2020 y 2022 la capital del país enriqueció su patrimonio artístico y visual con mil 34 murales distribuidos en colonias, avenidas, puentes, parques, estaciones del Metro y otros edificios capitalinos, para abarcar en conjunto 130 mil metros cuadrados de espacio intervenido, según información de esa dependencia.

En el transcurso de este año se tienen proyectados 399 murales más, en 75 mil metros cuadrados, extensión que sumada a la de los dos años anteriores alcanzará 205 mil metros cuadrados o 20.5 hectáreas, el equivalente a cinco veces la superficie del Zócalo.

Al margen de ese proyecto, de acuerdo con datos oficiales actualizados a noviembre de 2022, existen 9 mil 121 de esas obras en Iztapalapa, con 372 mil 518 metros cuadrados abarcados, resultado de una práctica o tradición callejera que comenzó a finales de 1990 por los grafiteros en la estación Pantitlán del Metro y que a la fecha se mantiene gracias al programa Iztapalapa Mural, instrumentado desde 2018 por la actual alcaldía.

Y no sólo esa demarcación capitalina es hoy una de las galerías exteriores más grandes del mundo, sino que, en su conjunto, la antigua Tenochtitlan se ha transformado en un inconmensurable museo a cielo abierto.

Del estigma al mainstream

México vive desde hace años un gran vigor en este aspecto. A diferencia de otros países, y aunque se piense lo contrario, aquí se valora mucho el arte en general y el urbano, afirma Eva Bracamontes, otra participante en el programa de la Sobse, mediante el que esa institución busca contribuir a tejer lazos sociales y ofrecer estas manifestaciones de forma gratuita a la comunidad.

Somos un país de artistas de alto nivel que se están moviendo a otras partes del mundo y al cual están llegando también muchos artistas extranjeros, porque saben que México es uno de los epicentros del arte urbano y, en general, del movimiento muralístico, sostiene.

Los puntos de contacto entre Eva Bracamontes y Persak no se limitan a haber intervenido con sus obras varios espacios de la Ciudad de México al amparo del citado proyecto, entre éstos varias estaciones del Metro sobre Calzada de Tlalpan y avenida Oceanía, así como una serie de murales inaugurada en diciembre de 2022 a la par de la Plaza de la Lectura José Saramago, en el entrecruce de Circuito Interior y Paseo de la Reforma, en el rumbo del Bosque de Chapultepec.

El tema general de esa serie es la lectura y rendir un homenaje a ese escritor y humanista portugués, Premio Nobel de Literatura 1998, por lo que la también diseñadora, en 30 metros de largo por 5 de alto plasmó su interpretación de la novela El viaje del elefante, del autor lusitano, mientras aquel artista rindió un homenaje a Antoine de Saint-Exupéry con una obra de cerca de 40 por 5 metros en la que estampó varias de las escenas y personajes de El principito.

Además de rondar la misma edad y ser egresados de la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional Autónoma de México, ambos coinciden en varios puntos de vista; por ejemplo, en su percepción de que esas expresiones callejeras cada vez cobran mayor aceptación social como una nueva demostración artística en México.

Antes era algo muy estigmatizado; pintar en la calle era como sinónimo de ser drogadicto, vago o malviviente, señala Persak, mientras Eva Bracamontes, si bien admite que aún quedan resabios de esa manera de pensar, destaca que “la gente empieza a verlo como algo natural e incluso ya son pocos los que dicen: ‘Ven a pintarme mi pared’, ahora preguntan cuánto cobraríamos. Esto habla de una concientización y valorización respecto a nuestro trabajo, saben que no es de a gratis; no comemos latas de pintura.”

Aunque Persak ha sido contratado en varias partes de México para hacer murales en fachadas de empresas y en negocios particulares, además de lo que hace para instituciones públicas, el artista aclara que aún no es una actividad bien remunerada. Incluso refiere que además tiene un trabajo formal como docente de artes en una escuela secundaria pública.

El caso de Eva Bracamontes es distinto. A partir de que concluyó una maestría en diseño y entorno y que en 2014 comenzó a intervenir espacios urbanos, su trabajo la ha llevado por varios confines del orbe, tanto del continente americano como de Europa, además de Sudáfrica y Qatar, donde fue seleccionada por el comité organizador de la Copa del Mundo 2022 para hacer un mural con motivo de esa justa.