Algunas de las obras son muy poco conocidas y nunca se habían expuesto públicamente en España
Miércoles 20 de septiembre de 2023, p. 5
Madrid. Joaquín Sorolla tuvo un tema recurrente, probablemente el que lo catapultó como uno de los artistas más elogiados y admirados de su tiempo: su forma de mirar el mar, la manera de evocar su fuerza, sus colores, los contrastes de luz, la limpidez de su armonía.
La Fundación Mapfre en Madrid inauguró ayer la exposición Los veranos de Sorolla, en la que a través de 40 obras hace un recorrido por la forma en la que el artista valenciano profundizó en su forma de retratar al mar, con estilos artísticos que fueron cambiando con el tiempo.
Este año se conmemora el centenario del fallecimiento del pintor valenciano y debido a esta efeméride se han celebrando numerosos actos, exposiciones y conferencias en torno a su figura, su legado y su obra, cada vez más admirada dentro y fuera de España. Uno de los temas más socorridos es precisamente el de su relación con el mar, sobre todo de sus cuadros en los que retrata escenas costumbristas del Mediterráneo, su tierra desde pequeño.
De las piezas que reunió la Fundación Mapfre, son muy poco conocidas y nunca se habían expuesto de forma pública en España.
Esta muestra permite hacer una nueva lectura de esa relación de Sorolla con el mar, pero no sólo del Mediterráneo de su infancia, juventud y edad adulta, sino también de sus viajes recurrentes a las playas del mar Cantábrico, a pueblos o ciudades como Zarauz, San Sebastián o Biarritz.
La exposición está integrada con 15 obras de mediano y gran formada, además de otras 25 de pequeño formato, en las que destacan escenas de playa y mar que evocan la modernidad de su pintura.
Ocio y trabajo
Entre los clientes de Sorolla, las escenas de playa son, sin duda, las composiciones que le reportan mayor reconocimiento y popularidad. El pintor, plenamente consciente de ello, trabajó en estos temas durante sus veranos a orillas del Mediterráneo o el Cantábrico. Así, se desplazó con su familia a la costa para llevar a cabo asuntos de trabajo, pero también de ocio, en el mar, lo que le ayudó a consolidar su labor artística y preparar sus exposiciones futuras. Cuando el artista se encontraba en el momento de máximo esplendor de su carrera, estos motivos se convierten, sin embargo, en un refugio: su plasmación le permite deleitarse y encontrar el reposo que necesita
, explicó la curadora Casilda Ybarra durante la presentación.
El recorrido expositivo, planteado en una única sección continua, combina la presentación temática con la cronológica, que van desde las composiciones centradas por primera vez en el trabajo en el mar con las que obtiene los primeros éxitos internacionales hasta obras realizadas en sus últimos veranos.
La exposición cuenta con el apoyo de importantes instituciones y colecciones particulares españolas como el Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla, el Museo Carmen Thyssen de Málaga, la Diputación de Valencia, la Colección Ban-co Santander y la colección privada de Abelló y Pérez Simón, entre otras.
Entre las obras expuestas destacan Pescadoras valencianas, de 1903; Boceto para ¡Triste herencia!, de 1899; Nadadora Jávea, de 1905, así como otras que nunca antes se habían visto en público en España, por ejemplo Bajo el toldo, Biarritz, de 1906, y María en la playa de Zarauz, de 1910.
La exposición estará abierta al público hasta el próximo 7 de enero.