entadas a la derecha y mentadas a la izquierda... el cura daba voces, la ventera gritaba, su hija se afligía; Maritornes lloraba, Dorotea estaba confusa, Lucinda suspensa; Doña Clara desmayada, el barbero aporreaba a Sancho, Sancho molía al barbero... y las elecciones en México se desgañitan en un maremágnum en el que los de derecha hablan y los de izquierda gritan en medio de un barullo ensordecedor repetido al infinito y que no tiene nada de coral, sino de Goyas universitarios, ¡Goooooyaa, Goooooyaa, Cachún, Cachún...! porque las voces de los múltiples líderes participan más con ánimo de gritar que de concertar y abandonar esa promiscuidad de ropero de utilería... coincide con lo que sucede en la Universidad Nacional Autónoma de México, muy calladita, muy silenciosa, y es que cuando la voz toca sin tocar las cuerdas vocales, un himno sube como tromba en gigantesca espiral hasta perderse en el espacio interior.
Sentir la voz, moverse, removerse, crecer, reblandecerse y humedecerse, es palpitar transformando por milagro del arco y conjunto de arcos en el enigma de lo desconocido. Acercamientos que son misterios, sin reglas ni ataduras, frescas, espontáneas. Lo que es, no lo que debe ser. Lo lógico que no concuerda o concuerda con lo afectivo.
Voz que llega sin llegar, ilegible a las cuerdas vocales en un cuento o recuento de múltiples afluentes sonoros que se vuelven música de pequeños ríos que serpentean por entre los charcos y arriban en el arrullo suave de los tiernos canticos materiales, que al despegar del espacio evocan un exceso de alma y de ser.
Canto de melodías y ritmos materiales, resonancias de ayes lastimeros, abiertos en otros más, formando conciertos que resbalan, pasan y envuelven los sonidos, los aparecen y desaparecen entre gemidos y olas de llanto.
Voz que al encontrar el arco encuentra la palabra y rompe silencios, traumas, alegrías y tristezas, crímenes y revoluciones, regulando impulsos, comunicando vivencias, conceptualizando frases y palabras aisladas, curando esquizofrenias traumáticas ancestrales. Novísimos conciertos que se perciben en las notas sueltas de diversas melodías para armonizarse en un tono propio, a continuación de los discordes iniciales y que viajan por los aires envueltos en prolongadas percusiones para reunirse unos con otros, como las ideas latentes de un sueño lo hacen con el contenido manifiesto del mismo sueño.
Población de cuerdas vocales desde el inicio de la vida, que requieren diferenciación en el sentimiento, conceptualización en el pensamiento, vibra en la comunicación y danza frenética de la vida ante el desamparo original, que se repite y se repite sin solución. Búsqueda de una misteriosa cuerda vocal central que sea eje de la vida, fuerza volcánica de la naturaleza, himno que sube como tromba en espiral y se pierde en la conciencia de una musicalidad en sonoro materno que no encuentro y parece que no se encuentra, ¿o sí?
Don Quijote entre líneas...