a película Oppenheimer, Prometeo americano, de Christopher Nolan, muestra la enorme capacidad que puede tener el cine para hacernos cobrar conciencia sobre un acontecimiento histórico, propiciar su discusión pública y detonar una reflexión colectiva. Los científicos que participaron en el Proyecto Manhattan tenían muchas dudas sobre los efectos y riesgos que provocaría su detonación. Les preocupaba, por ejemplo, que la reacción en cadena pudiera incendiar, el aire, el agua o toda la atmósfera del planeta. El análisis de este riesgo fue encomendado a Hans Bethe, físico descubridor de la reacción termonuclear de la energía solar, quien un año después de la detonación publicó en El Boletín de los Científicos Atómicos los resultados de su investigación, en la cual afirma que la duda sobre el riesgo de destruir el planeta era perfectamente razonable, aunque su estudio le permitió concluir que la probabilidad de que eso ocurriera era de casi cero (Bethe, Hans, Can air or water be exploded?
, The Bulletin of Atomic Scientists, 15/3/1946).
La prueba Trinity, primera detonación atómica de la historia, el 16 de julio de 1945, en Jornada del Muerto, Nuevo México, implicó numerosos riesgos y tuvo muchos efectos. Según una investigación del Centro de Control de Enfermedades de EU, en 2010, la explosión puso en riesgo a medio millón de estadunidenses y un número indeterminado de mexicanos, en un amplio círculo alrededor de la llamada zona cero (CDC, 2010, Draft Final Report of Los Álamos Historical Document Retrieval and Asswssment [LADHRA Project]
). Los médicos del Proyecto Manhattan advirtieron del riesgo de altas dosis de radiación para los pobladores de las zonas aledañas; sin embargo, la cúpula al mando privilegió el secreto militar y no tomó medidas para proteger a la población.
Según la historiadora Lesley Blume, cuando James Nolan, radiólogo del equipo científico, advirtió al general Leslie Groves que la explosión podría generar grave radiactividad que pondría en peligro a los civiles, el militar montó en cólera y lo acusó de ser propagandista de Hearst (Colateral Damage: American Civilian Survivors of the 1845 Trinity Test
, The Bulletin of Atomic Scientists , 17/7/23). Algunos científicos predijeron una detonación cercana a 45 mil toneladas de TNT, lo cual implicaría una nube de 50 mil pies flotando en el aire, cargada con tierra contaminada, incluidos residuos de los 4.8 kilos de plutonio empleados en la carga nuclear. Según el estudio del Centro de Control de Enfermedades, la nube por la detonación se movió a lo largo de 100 millas de largo y 30 de ancho, lo cual incluyó a 19 condados de Nuevo México, 78 ciudades y docenas de poblaciones. Bryan A. Kendall, ingeniero mecánico de la Universidad de Nuevo México, recién elaboró un estremecedor mapa trazando un círculo con radio de 150 millas desde la zona cero de la detonación, dentro queda parte del estado de Chihuahua y toda Ciudad Juárez. El 16 de julio de 1945 Barbara Kent y amigos suyos de 13 años, retozaban en el agua, en Ruidoso, Nuevo México, cuando notaron en el cielo una gigantesca nube blanca de la que caía algo que parecían copos de nieve. Lo extraño, declaró años después la hija de Barbara: Es que en lugar de ser fríos como la nieve eran calientes. Como hacía mucho calor jugaban con los copos y los pusieron en sus caras pensando que los refrescarían, pero estaban calientes
.
La reconstrucción histórica por la película de Nolan, como atinadamente ha señalado el historiador Juan Pablo Barba, elude el sufrimiento ocasionado y silencia voces importantes, como la de Leo Szilard, quien junto con otros de sus colegas, en cuanto supieron de la detonación Trinity se opusieron activamente a usar la bomba contra Japón. El 6 de agosto de 1945, Washington arrojó una bomba atómica de uranio sobre Hiroshima. La siguiente bomba se programó para la tercera semana de agosto, para dar tiempo al emperador japonés a procesar políticamente la rendición. Sin embargo, el 8 de agosto José Stalin informó a Estados Unidos que las tropas rusas habían entrado a Manchuria. Harry S. Truman, alarmado ante la posibilidad de tener que dividir Asia con la URSS, como lo había hecho en Europa, decidió adelantar para el 9 de agosto la segunda detonación atómica. Las bombas contra Hiroshima y Nagasaki violaron las más elementales leyes de guerra y constituyeron un genocidio. Tuvieron otro efecto nefasto: el 20 de agosto Stalin encomendó a Laurent Beria y al físico Igor Vasylievich Kurchatov construir una bomba atómica soviética. Cuando la paz parecía más cercana que nunca se inició la guerra fría y la carrera armamentista nuclear. La guerra en Ucrania ha intensificado muchos de los riesgos de una conflagración nuclear como lo muestran la alerta roja de los arsenales rusos; la promesa rusa de emplazar armas nucleares en Bielorrusia; los combates en torno a Chernobyl, y la escasez de agua, que puso en peligro el enfriamiento de los seis reactores de la central nuclear de Zaporiyia. México ha jugado un papel muy importante en favor del desarme nuclear y puede continuarlo en el futuro. Sería muy importante un pronunciamiento mexicano al respecto en la próxima cumbre del G-20, en Nueva Delhi.
* Doctor en historia y profesor de tiempo completo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM