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El estante de lo insólito

El Tri

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Ilustración Manjarrez / Instagram: Manjarrez_art

“Más prendido que el Sol / Más oscuro que la negra noche / Más profundo que el mar / Más absurdo que la realidad / Más ardiente que el fuego infernal / Más inmenso que la eternidad / Así es el vacío que se siente cuando tú no estás”
Cuando tú no estás, de El Tri

E

n 1968, cuando las manifestaciones estudiantiles copaban las calles, la prensa se dividía para decir lo suyo, los artistas aportaban su arte a una intencionada revuelta cultural, se preparaba los mejores Juegos Olímpicos de la historia, la represión policiaca era moneda corriente y muchos músicos debían cantar en espacios más oscuros que los discursos políticos, el guitarrista, letrista y acorazado contra todo Álex Lora formó con su colega y buen baterista Carlos Hauptvogel una banda denominada Three Souls in my Mind. Usando las bases del rocanrol y el rythm and blues, el grupo grabó sus primeras canciones interpretándolas en inglés. Encontró sitio en los pocos lugares con posibilidad de ejecutar música original, creciendo hasta un tercer disco, haciendo ya rock urbano en español, con temas directos de los sueños y preocupaciones de la calle. Desde 1984, Lora tomó su propia ruta con el proyecto denominado El Tri. Lora y los suyos son la banda de rock más longeva de México (en su recuento no descarta los años del grupo original), y una de las de mayor trascendencia del rock iberoamericano.

Se ha soltado una epidemia

“Se ha soltado una epidemia de hijos de la chingada…”, cantaba en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, y con esa misma pulcritud abierta han tomado como piñata al político o al tema efervescente en turno. El Tri encontró siempre la manera de ser honesto y exponer sin pretensiones, pero con consistencia musical, lo que la raza, la banda, el barrio, comulga para sentirse en sintonía con quien le canta las netas, no posa ni se disfraza y no necesita de la maquinaria hipertecnológica y fastuosa de los conciertos, en los que la escenografía puede ser más protagónica que lo que se canta. Una música con la que te ríes de tu propia realidad, de acuerdo con la descripción más repetida por Lora.

Lora eleva un bajo eyaculatorio, con esa escatología en la que puede pedorrear un micrófono, o fotografiarse orinando, el dedo hacia arriba como orgullo fálico, tótem del valemadrismo, la insignia de lo distinto, lo irreverente, lo retador. En un universo urbano, de resistencia, de relajo, donde cabe la banda de la calle, el fervor religioso, las drogas, el espíritu contestario para reclamar y darle duro al gobierno en turno (del color que sea), para acompañar la crónica social como periodismo catártico desde el escenario, el músico está cómodo en el Metro, en la cantina, en los tianguis, en la cárcel de Santa Martha, en el Reclusorio Oriente o en un foro de Los Ángeles, Estados Unidos, mientras pueda ser quien es, con sus colegas, como una fraternidad imposible de atar ni mucho menos censurar.

Si quieren, canten y si no, realmente me vale v…

Los himnos que provocan coros por igual en el antro rasgador que en el bar de moda como ADO (“No me he podido consolar desde que mi novia me dejó…”), Qué tal ayer (“Ya ni te acuerdas qué pasó en la madrugada…”), y Triste canción (“Ella existió, sólo en un sueño…”), ensamblan de a poco un catálogo de canciones que ya son parte de la memoria y recreación del colectivo con la misma fuerza que los clásicos rancheros. La lista muestra la evolución de los tiempos internos del grupo, las preocupaciones de su líder, las fugas líricas que son directas, sin retruécanos, sin búsquedas que no pretendan hablar de los niños de la calle, el gusto del reventón, la fidelidad de los amores o la necesidad de decirle a los que conducen todo que la riegan en serio. Un puñado basta para entender el espectro de una lista gigante: Niño sin amor, Virgen Morena, Metro Balderas, Chavo de onda, Todo sea por el rocancol, Pobre soñador, La raza más chida, Todo me sale mal, Pastillas de rocanrol, Madre Tierra, Oye cantinero, San Juanico, María Sabina, Nostalgia, El vicioso del rocanrol, Cásate o muérete…

Lora y su tropa han tocado en secuencias para la pantalla grande como en la cinta ¿Cómo ves? (Paul Leduc, 1986); en el documental Álex Lora, esclavo del rocanrol (Luis Kelly Ramírez, 2002), en el que su caráctcer, su altruismo, su claridad en las grabaciones y su impacto en los escenarios, lo mismo en un festival en Perú que causando impensado caos de seguidores desaforados en el House of Blues en Estados Unidos, y Un año perdido (Gerardo Lara, 1993), en la que participó con el tema Las piedras rodantes, éxito fenomenal que abandera la fuerza ígnea de quien prende todo a su paso, con el impacto fílmico de ser tema central de un largometraje de marca generacional, por el que El Tri recibió el Ariel a mejor tema musical para cine en 1994. Sus canciones están en diversas producciones y National Geographic produjo un especial sobre su trayectoria en 2018.

Estoy viendo un chingo de banda

Como siente que no hace lo suyo si la multitud no le mienta la madre, Álex Lora arenga igual en un campo de futbol que una cárcel, con su banda clásica o con 80 músicos en alguna de las ediciones de su sobrebio Tri sinfónico. Presume la fortaleza de su matrimonio con Chela Lora, su esposa, amiga, mánager y lo que haga falta, novia eterna desde que ambos coincidieron en el Festival de Avándaro en 1971, año definitivo para el curso musical del cantante, cuando empezó a componer y grabar en español, sin saber que cimentaba una idolatría que no buscaba, negándose a la inserción de su nombre como leyenda del rock, pero ya lo es.

Sus gritos, sus chistes, sus albures y hasta sus cariñosos insultos a la banda son parte no de un concepto, no de una envoltura de mercado, sino de una forma de ver la vida y moverse en ella como un disfrute que rota en torno al siguiente escenario. Pocos han ejercido la libertad de expresión con la vitalidad irrefrenable con que Lora lo ha hecho. Desde los primeros tugurios clandestinos y los hoyos funkies, hasta los festivales internacionales, las salas de gala o una legendaria actuación acústica para MTV.

Músicos de primera han formado parte del grupo en distintas épocas, entre ellos los guitarristas Óscar Zárate, Sergio El Cóndor Mancera, Lalo Chico y Charlie Valerio, así como el pianista y arreglista Alejandro Toral; los bateristas Pedro Martínez, Ramón Pérez, Mariano Soto, Felipe Chacón y Héctor Virgo Zenil; Alejandro Álvarez, en el violín; Lalo Toral, en el piano; Carlos Valerio, en el bajo; Arturo El Papaíto Labastida, en el saxofón, y Rafael Salgado, en la armónica.

Más de cinco décadas en los escenarios, con el mismo desenfreno y el humor intacto, pues nada frena el andar, las tocadas y las rolas, ¡Y que viva el rocanrooooool!

Las piedras rodando se encuentran / Y tú y yo algún día nos habremos de encontrar / Mientras tanto cuídate / Y que te bendiga Dios / No hagas nada malo que no hiciera yo. Las piedras rodantes, de El Tri