Con apoyo oficial adquirió maquinaria
La cooperativa Necuhtic sortea la inflación y espera con ansias el Día de Muertos para consolidar su negocio
Domingo 16 de octubre de 2022, p. 25
En el pueblo de Santa Ana Tlacotenco, localizado en el oriente de la alcaldía Milpa Alta, sus habitantes mantienen arraigada la tradición de colocar ofrendas en casas y tumbas en las que no falta el pan de muerto, por lo que los encargados de la pastelería y panadería Necuhtic esperan tener la mejor venta en sus tres años de existencia.
Los niños del poblado salen a las calles, tocan a las puertas de las casas durante la celebración con motivo del Día de Muertos para pedir calaverita, que en Santa Ana Tlacotenco no significa dar dinero ni dulces, sino una pieza del típico pan.
En octubre de 2019, María del Carmen Maldonado –junto con su esposo, hijo, mamá y hermana– decidió constituir la cooperativa Necuhtic, que en náhuatl significa delicia, y a pesar de que con la emergencia sanitaria tuvieron que cerrar el establecimiento y las fiestas se suspendieron en el pueblo, el ánimo no se desplomó, aunque las ventas sí.
Entrevistada en la panadería ubicada en la avenida Francisco I. Madero, una de las vialidades principales del pueblo, donde la familia empieza a trabajar a las cinco de la madrugada, María del Carmen comenta que el reto es consolidar el establecimiento y posteriormente tener un punto de venta.
Mientras trabaja en la elaboración del pan de muerto con su esposo e hijos, el cual ofrece con azúcar, ajonjolí y natural, así como con relleno de crema, cajeta y mermelada de fresa, señala que la meta inmediata es contar con una bolillera –aparato especial para su elaboración– que les permitirá ampliar la oferta de productos.
En Necuhtic se elaboran conchas, bisquets, besos, rebanadas, pastel imposible, de tres leches, además de panques, flan napolitano y gelatinas, por lo que la familia cuenta con una cartera de al menos 50 clientes, a algunos de los cuales entregan pedidos en una cuatrimoto en los pueblos cercanos de San Agustín Othenco, San Jerónimo Miacatlán, San Juan Tepenahuac y Villa Milpa Alta.
La familia de María del Carmen enfrenta ahora la inflación: el kilogramos de huevo cuesta 44 pesos, y se busca de buena calidad, que no salga malo
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El azúcar lo compra en 22 pesos, cuando antes costaba 19; el bulto de harina de 44 kilogramos tiene un precio de 800 pesos, que es el doble de lo que valía hace unas semanas, y la mantequilla de un kilo pasó de 120 a 200 pesos.
Para mantenerse en el mercado tuvieron que adecuar el tamaño del pan a porciones más pequeñas para ofrecer el producto en cinco pesos, en un pueblo en el que la mayoría de los habitantes acostumbra a consumir ese producto.
En el negocio la familia echa mano de la creatividad, por lo que en los festejos patrios hicieron conchas decoradas con pasta verde, blanca y roja, pero también visitan las ferias de pueblos vecinos, como la del elote en Tlalpan, donde ofrecieron pan y panqué.
Para la Feria del Mole, en San Pedro Atocpan, llevan el tradicional flan napolitano con la receta secreta
, mientras en abril y mayo la mejor venta para la familia son los pasteles con motivo del Día del Niño y de la Madre, en tanto que para diciembre elaboran el de frutos secos.
Con su cooperativa, la señora –que hace más de una década vendía flanes y gelatinas en las ferias– dice que obtuvieron de la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo apoyos económicos por 118 mil pesos, con que compraron una mesa de acero inoxidable, una amasadora, una cortadora, un horno industrial con motor, que costó 80 mil pesos, lo que permite tener ocupada a su familia.
Del horno recién adquirido, es el corazón de la panadería. Es como una lavadora, reduce el tiempo y nos permite mejorar la producción
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