Jueves 28 de julio de 2022, p. 5
El poeta y escritor tabasqueño Carlos Pellicer Cámara (1897-1977) tuvo siempre una relación cercana con las artes, en especial la pintura. Gracias a su amistad con las grandes figuras de su época, logró reunir una colección en la que muchas de las piezas fueron obsequios de sus amigos.
Al fallecer el también museógrafo y político, su sobrino Carlos Pellicer López heredó la mitad de la colección pictórica de su tío, estimada en 651 piezas, que a principios de año donó al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) para su resguardo en el Museo Nacional de Arte (Munal).
Por primera vez se exhibirá una selección de casi 200 obras, entre pintura, grabado, dibujo y fotografía de la colección con el título Carlos Pellicer: Amistad y memoria, muestra que coincide con el 40 aniversario de la fundación del Munal. La exhibición comprende varias piezas del pintor y dibujante duranguense Mario Alonso Ostolaza (1912-1989), amigo de la familia, cuyo acervo había heredado Pellicer López y decidió incluir en la donación del pasado 16 de enero.
Una obra emblemática
de la exposición, curada por Pellicer López y María Estela Duarte, es el retrato que Diego Rivera le hizo en 1942. Pellicer Cámara también fue retratado por el fotógrafo Manuel Álvarez Bravo, por el escultor Herbert Hofmann Isenbourg (en bronce), por el escultor colombiano Gustavo Arcila, el paisajista Alfonso Ayala, Mario Falcón y Mateo Herrera cuando este último era director de la Academia de San Carlos, expresa su sobrino en entrevista.
Pellicer Cámara correspondió el retrato al carbón de Herrera, hecho en 1918, con un soneto de su autoría. Se sabe que hubo una pequeña reunión en la Academia para intercambiar estos regalos
, anota Pellicer López.
La colección del poeta comprende también obras de José Clemente Orozco, Joaquín Clausell, Dr. Atl, Roberto Montenegro, Nahui Ollin, Saturnino Herrán, Julio Ruelas, Julio Castellanos, Manuel Rodríguez Lozano, Chucho Reyes, Juan Soriano, Armando Salas Portugal y José María Velasco. La lista es larga.
Mi tío fue el primero en hacer una exposición de Velasco. Entonces conoció y trató a sus hijas, quienes, me imagino, en agradecimiento le regalaron dibujos, estudios y algún cuadrito. Al final de su vida, cuando mi tío tuvo un poco de dinero para un viaje que no pudo hacer, lo utilizó para comprar dos grandes cuadros de Velasco. Por desgracia no están en la colección porque los robaron de su casa en octubre de 1976.
Los visitantes al Munal verán los marcos de los óleos porque los ladrones cortaron la tela alrededor del bastidor
, y quedó a la vista toda la parte recortada. Al entrevistado le da gusto que quede este testimonio del robo, creo que así difícilmente van a poder exhibirlos públicamente
.
Respecto de la relación del poeta con las artes plásticas, su sobrino dice nunca haber conocido que Pellecer Cámara pintara: Lo más que he visto es que en sus apuntes de viaje hacía trazos de algo que le podía llamar la atención, por ejemplo, unos pequeños dibujos de un cuadro de Paolo Uccello visto en Florencia. Siempre tuvo especial interés en la pintura y en relacionarse con pintores. Para mí tuvo más relación con ellos que con escritores y poetas
.
Ejemplifica: En 1918 mi tío hizo un viaje a Colombia y Venezuela, que lo llevó primero a Nueva York y luego a La Habana. Me sorprende que en ese año hablara con buen conocimiento no sólo de Joaquín Sorolla y otros pintores más conocidos entonces, sino también del inglés William Turner, que quizá aún no era muy difundido en Europa y mucho menos en México. Estoy seguro de que fue Mateo Herrera quien lo puso al día sobre lo más nuevo de la pintura
.
Al regresar a México, Pellicer Cámara conoció a José Vasconcelos –de quien fue secretario– y a una larga lista de pintores de quienes se hizo muy amigo
. Al entrevistado le llama la atención cómo en los poemas de su tío “deja escapar nombres o datos muy puntuales que solamente alguien que está cerca de un pintor conoce. Por ejemplo, los cadmios en la pintura, que son amarillos, naranjas y rojos, apenas se empezaron a utilizar a principios del siglo pasado. Qué curioso que mi tío en un poema diga ‘los delirantes cadmios’. Quienes le platicaban de eso eran sus amigos pintores, con quienes compartía pláticas y aventuras”.
Sobre la donación de la colección de Carlos Pellicer Cámara, su sobrino señala: “Entiendo el gusto de los coleccionistas por reunirse con las obras de arte. Sin embargo, también me doy cuenta de que el destino final de las grandes colecciones hechas por los aristócratas y las personas adineradas son los museos del Estado, como el Prado, el Louvre y el Hermitage.
Son colecciones que por fortuna quedan a la vista de todo el mundo en los museos que cuida el Estado. Hay otros museos que cuida la iniciativa privada (qué bueno que también los haya); no obstante, para mí el destino final de una colección es que pertenezca al pueblo.
La exposición Carlos Pellicer: Amistad y memoria se inaugurará hoy en el Munal y permanecerá hasta mayo de 2023.