Recuerdos personales de 1968
engo un recuerdo vivo del movimiento de 1968. Participaba en política, en el movimiento de Carlos Madrazo. Los primeros conflictos entre estudiantes y policías, que fueron confusos, no provocaron alerta hasta los primeros días de agosto. A partir de entonces creció la indignación. El ataque del Ejército a la Preparatoria Uno que incluyó un certero disparo de bazuca fue la primera señal de alarma.
Me he preguntado si el movimiento fue totalmente estudiantil. Abarcó a diversos sectores, sobretodo de la clase media, maestros de la universidad se sumaron y el fenómeno fue creciendo. ¿De dónde salía toda esa energía y organización? Era la vocación de la población capitalina por la modernización política. La economía estaba en uno de sus mejores momentos, pero el régimen mostraba una inflexibilidad perniciosa. Hubo actos de provocación como la invasión de Ciudad Universitaria por el Ejército.
Las manifestaciones fueron creciendo y volviéndose cada vez más populares. Los fatídicos acontecimientos del 2 de octubre fueron cuidadosamente planeados como una celada al Ejército que irrumpió para impedir el mitin. Según indagaciones serias, el batallón Olimpia que atacó a líderes estudiantiles y periodistas del piso tercero del edificio Chihuahua se coordinó con disparos de francotiradores militares colocados en otros edificios. Se intentó hacer creer a la opinión que había un intento de rebelión socialista. No hay ninguna prueba de que fuera así.
Todo indica que la matanza (se han calculado que hubo por lo menos 40 muertos, no cientos como se ha dicho) fue un acto de terrorismo de Estado que era absolutamente innecesario desde el punto de vista militar, pero que se pensó para extinguir al movimiento y no perjudicar la celebración de las Olimpiadas. La represión fue urdida por el Estado Mayor Presidencial y seguramente por el secretario de Gobernación, sus asesores y autorizada por el presidente de la República.
Es importante escapar de las suposiciones fantasiosas. Al día siguiente de la represión, la ciudad y todo el país guardaban una calma vergonzosa y tuvieron que pasar algunos meses para que el nuevo candidato a la Presidencia prometiera una apertura democrática que era justamente la respuesta a los horrores impunes del 2 de octubre. Esta promesa fue un fraude, sin embargo, la política cambiaría para siempre después del 2 de octubre de 1968.