Opinión
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Foro de la cineteca

Un hombre y una cámara

U

no de los documentales más novedosos, y ciertamente más provocadores, en lo que va de este foro, es sin duda Un hombre y una cámara ( A Man and a Camara, 2021 ) del neerlandés Guido Hendrikx. Su propuesta, de una sencillez apabullante, parece de entrada una tomadura de pelo. El protagonista es un hombre cuyo rostro y figura jamás serán vistos que se pasea con una cámara al hombro por las calles de diversas poblaciones no identificadas en los Países Bajos. Su actividad consiste en tocar al azar a las puertas de algunas casas, plantarle a quien le abre sus puertas su cámara indiscreta y no proferir una sola palabra dejándole a su interlocutor la tarea de adivinar –divertido o irritado– el misterio de sus intenciones. ¿Se trata de un encuestador, de un periodista, acaso de un animador de televisión o de un ser impertinente cuyo placer morboso será irrumpir con desfachatez en la intimidad de otras personas? Una vez iniciado este juego, o broma de mal gusto, el espectador se sentirá orillado a ser cómplice o partícipe forzado de esta acción extravagante y absurda que sin revelar nada del propósito real de quien la lleva a cabo, sí pone de manifiesto una variedad de reacciones y comportamientos inesperados por parte de quienes la soportan.

Contrariamente a otros documentales en los que el cineasta/camarógrafo –digamos, Michael Moore en Fahrenheit 9/11–, penetran en las casas e interrogan a sus dueños sobre algunas cuestiones sociales, mostrándose ellos mismos en un primer plano, en Un hombre y una cámara, no hay tal interpelación ni preguntas, ni algún tema preciso, tan sólo una cámara protagonista que penetra, de modo intrusivo, la privacidad ajena. Ante esta acción del hombre de la cámara, algunas personas reaccionan divertidas o curiosas, creyéndolo sordomudo o pensando tal vez figurar en un programa de televisión; otras se indignan, en mecha corta, y amenazan con golpear al entrometido. Lo más insólito, sin embargo, es la hospitalidad sin límite con la que otras personas reciben al intruso, ofreciendo incluso café y plática al visitante inexpresivo y silencioso. En tiempos de una inseguridad creciente, sorprende esta abdicación voluntaria de la intimidad y las formas imprevistas que puede revestir la paranoia. Queda a los espectadores decidir qué papel pudieran ellos mismos jugar en esta experiencia extraña. Un documental perturbador y absorbente.

Se exhibe en la sala 7 de la Cineteca Nacional a las 14 y 17 horas.