Opinión
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Proyecto sur/sureste
E

l proyecto de rescate para el sur/sureste de la República no ha tenido descanso, sino avances programados. Y no lo tiene debido a las atenciones que recibe del gobierno federal que vigila, paso a paso, su desarrollo. Tampoco descansa, como quisiera, por las recurrentes críticas malévolas que se le enderezan. Puesta la mirada en el conjunto de los proyectos en desarrollo el esfuerzo aparece como destacable. Todas sus partes integrantes contribuyen al ensamblaje de un modelo que tendrá beneficios múltiples y de larga duración. Pasaremos revista a cada uno desde una perspectiva de los valores de alcance nacional que contienen.

Uno. La refinería Olmeca, porque cimentará la independencia energética de la nación. Pero, además, por su incrustación en una zona costera remota de Tabasco que recibe, desde ya, un impulso que no habrá de abandonarla por muchas décadas venideras.

Dos. El aeropuerto Felipe Ángeles. Se integra a una trilogía que cuenta, desde hace meses, con potencialidades que darán aliento a las comunicaciones del Estado. Se ubica en una planicie colindante entre el estado de México y el Hidalgo de los magueyes. Todo ese entorno habrá de cabalgar, a horcajadas, con las idas y aterrizajes para inyectarle energía y perspectiva, misma que ya dibuja su magna utilidad. Sin que las cuentas de las cebollas conservadoras le afecten, también será una palanca de impulso para la zona centro-sur/oriente que lo habrá de ver como propia área de inminente despegue.

Tres. La importancia estratégica del Corredor Interoceánico apenas puede ocultarse. Muy a pesar de haber sido olvidado por años ahora se ve, ciertamente, renacer como una aventura productiva de calado mundial. De cierto, ha permanecido, a través del tiempo, en el horizonte visual de varias tentativas anteriores. Se espera, fundadamente, que cumplirá, a cabalidad, con una de las condiciones que se le impusieron desde el inicio: servir de contención para el casi indetenible flujo migratorio. El negocio, entrevisto por muchos de los promotores, es de una envergadura que exige reconocerlo sin escatimarle beneficios. Una pequeña nación hermana (Panamá) ha vivido de su canal –y ciertamente sufrido–, de sus derivadas políticas y sus cuantiosas derramas financieras. De similar manera, el interoceánico, no admitirá que se ningunee el esfuerzo de imaginación integradora que se le está imprimiendo día con día. Esa confluencia entre Oaxaca, Chiapas y Veracruz comienza a sentir las repercusiones de un proyecto de enorme aliento y perspectiva. A este trascendente medio de tránsito productivo e integrador de sectores, hay que añadir otros de naturaleza netamente social: Sembrando Vida, programa con múltiples propósitos de empleo en la marginalidad campesina, la reforestación y contención migratoria.

Cuatro. El Tren Maya. Con la sola perspectiva de sus interconexiones estatales, municipales y comunitarias este gran emprendimiento justifica la cuantiosa inversión que se hace desde la Federación. No sólo se le aprecia como un émbolo turístico –que, sin duda, lo será–, sino como facilitador de la movilidad del sureste, tan desconectada durante siglos. Pensado como detonador productivo y vivencial de mediano y largo plazos, este complejo resistirá las peripecias de sus gratuitos cuestionadores.

La tentativa descriptiva anterior pretende alejarse de las cuentas chileras (financieristas) que les endereza la crítica. Todos estos proyectos no fueron sacados de una oficina de planeación, distante de las realidades, palpables en cambio en sus contradictorias y cortas críticas. Surgieron del trajinar incesante por esos lugares y sopesar necesidades apremiantes de la gente. Surgió de una visión inteligente y humana en busca de soluciones que reúnan palancas para el crecimiento y el desarrollo. Apresa también el imperioso balance que debe haber entre regiones, ahora lastradas por diferencias que castigan a la nación. La fuerza imaginativa que se requiere para su comprensivo diseño, meditado por años, le imprime su maduración. Se persigue, además, reducir toda una oposición a ultranza que no descansa para impedir su indetenible cristalización. Se admite la exigencia de transparentar costos, obstáculos, el cálculo del rendimiento presente y futuro de las cuantiosas inversiones. Lo reprobable es el constante golpeteo con cifras o suposiciones falsas y proyecciones inventadas. La recurrencia a los llamados expertos inundan el panorama de difusión alarmista. El uso y desuso de tales conocedores, ya sean en viajes turísticos, planeación de rutas aéreas, vestigios antiguos, impactos ecológicos, en la compleja industria energética o en populismos, en alocados usos de apoyos, no para ayudar al replanteamiento de las acciones llevadas a cabo, sino para, solamente, encontrar alegatos que nulifiquen acciones, nublen perspectivas u oculten imágenes novedosas.