Fue un día de emociones encontradas para muchos nadadores de los años 60 y 70, en una ceremonia que debió haber llegado antes, como lo admitió María José Alcalá, presidenta del Comité Olímpico Mexicano, donde recibieron homenaje póstumo Guillermo Echevarría y el entrenador de clavados Jorge Rueda, ambos recientemente fallecidos, así como a los medallistas olímpicos de México 68 María Teresa Ramírez y Felipe Muñoz Kapamas, quien no asistió al acto de develación de las placas que serán colocadas en las remodeladas alberca y fosa del Centro Deportivo Olímpico Mexicano.

Jorge y Memo serán recordados siempre por lo que nos dieron, honor y templanza; nos enseñaron a ser personas leales, responsables, comprometidas, y aquí estamos los amigos, las familias, los alumnos, los compañeros. Esta es una hermandad que se crea a lo largo de muchos años, destacó Alcalá, cuando pudo recuperarse del llanto al nombrar a Jorge Rueda, quien la condujo durante tres ciclos olímpicos, con el mejor resultado, un sexto lugar en Barcelona 92.

En el acto, iniciativa de la Asociación de Medallistas Olímpicos Mexicanos, Fernando Platas y Jesús Mena recordaron a su mentor –quien falleció el mes pasado– con anécdotas, y ofrecieron disculpas a su familia por haberles quitado tanto tiempo a su padre y esposo en los años de entrega dedicados a dejar de legado una escuela de clavados, al nivel de élite mundial, que empezó a concretarse con los logros de Carlos Girón –fallecido en 2020–, medallista de plata en los Juegos de Moscú 80.

Echevarría, fallecido en diciembre de 2021, fue el único mexicano que hasta ahora ha logrado un récord mundial de natación, meses antes de los Juegos Olímpicos de México, el 7 de julio de 1968 en Santa Clara, California, en la prueba de mil 500 metros con 16 minutos, 28 segundos, una décima.

Maritere Ramírez, medallista de bronce en 800 metros libres, hizo un reconocimiento general a sus compañeros, algunos presentes en la ceremonia, entre ellos Laura Vaca, quien nadó la final olímpica en México 68 y terminó octava.