l 27 de junio, en el istmo oaxaqueño, las comunidades zapotecas y mixes de la región baja estuvieron de fiesta: la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo (Ucizoni), una de las organizaciones indígenas más longevas de la región y el estado, cumplió 37 años. Eso es motivo de festejo, pues muchas de las organizaciones que, como ella, nacieron para defender los intereses de los pueblos, terminaron cooptadas por el estado y sus dirigentes haciendo lo que en un principio combatieron. La Ucizoni, en cambio, desde sus inicios ha sostenido una lucha contra el caciquismo y en defensa de los derechos de los pueblos indígenas de la región y de otras latitudes del país, al tiempo que ha brindado solidaridad a otras luchas en el continente americano. En esta coyuntura, por ejemplo, en uno de los pilares de la resistencia a los megaproyectos, particularmente el Corredor Transístmico, aunque no sólo ese.
Llegar a los 30 años sosteniendo los mismos principios y forma de lucha no ha sido fácil. En la memoria de los viejos militantes se encuentran las imágenes de los primeros años de lucha contra los sangrientos cacicazgos que a principios de los años 80 dominaban en la región del Bajo Mixe y en las comunidades zapotecas; recuerdan que esa difícil situación los llevó a organizar, en agosto de 1983, en la comunidad ayuujk, de Río Pachiñe Guichicovi, la primera Asamblea Regional de Autoridades Comunitarias y dos años después, el 20 de junio de 1985, constituyeron la organización. Al principio su objetivo central fue el control caciquil, para lo cual impulsaron la creación de cooperativas de café y se hicieron de molinos de nixtamal; junto con estas actividades realizaron acciones en defensa de los bosques y la recuperación de tierras despojadas a los campesinos por los ganaderos.
En agosto de 1989, cuando en México se comenzó a hablar de los derechos de los pueblos indígenas, la Ucizoni convocó al primer Encuentro Internacional en la materia, que se realizó en Matías Romero, al cual asistieron más de 100 organizaciones de 17 estados de la República; además de representaciones de Canadá, Guatemala, Ecuador, Colombia, Estados Unidos, Nicaragua y Perú. Ahí se nombró la delegación mexicana que asistió al Encuentro Continental de Pueblos indígenas, del 10 al 12 de octubre de 1989, en Perú, donde se acordó la realización de la Campaña Continental de los 500 Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular.
Entre septiembre y octubre de 1992 la Ucizoni participó en la Jornada por la Dignidad Indígena, marchando con el Consejo Mexicano 500 Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular, en repudio a los festejos que los gobiernos de Iberoamérica pretendían realizar por el descubrimiento de México, denunciando el saqueo que Europa había hecho de América Latina y el colonialismo en que vivían los pueblos. Dos años después, con el levantamiento indígena en Chiapas, lidereado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, se unieron al movimiento indígena: participaron en los diálogos de San Andrés, fueron fundadores del Congreso Nacional Indígena (CNI) y de la ANIPA de las cuales se separaron, aunque con la primera mantienen relaciones de solidaridad. En 2001 participaron en la creación de la Alianza Mexicana por la Autodeterminación de los Pueblos, que durante más de 10 años enfrentó al Plan Puebla-Panamá.
En 1997, junto a unas 30 organizaciones, impulsaron la Campaña el Istmo es Nuestro, contra el megaproyecto Desarrollo Integral del Istmo de Tehuantepec. En el estado de Oaxaca, en 1997 durante los años de 1998 y 1999 participaron en la creación del Consejo Indígena y Popular de Oaxaca Ricardo Flores Magón y en 2006 fueron parte de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca. En 2007 enfrentaron la represión del gobierno de Felipe Calderón contra el ejido zapoteca de La Venta Juchitán, enfrentó a un proyecto eólico transacional y en 2011 se sumaron a la lucha de los pueblos ikoots y binniza contra el parque eólico de Santa Teresa. Como ya se dijo, ahora forman parte de las organizaciones indígenas que se oponen a la construcción del Corredor Transístmico porque trunca las posibilidades de los pueblos indígenas de acceder a una vida digna.
Recordar los 37 años de lucha de esta organización es importante por muchas razones. Es de las poquísimas organizaciones surgidas en Oaxaca en los 80 que no desaparecieron con el paso del tiempo, pero tampoco abandonaron los principios y las movilizaciones para defender los derechos de las comunidades que la integran. Pero también porque en estos tiempos de neoliberalismo con ropaje populista, los pueblos movilizados necesitan organizaciones regionales, nacionales y aun internacionales que los guíen por el camino correcto, que no pierdan el horizonte.