a policía de Israel arremetió ayer contra los dolientes que asistían al funeral de la periodista palestino-estadunidense Shireen Abu Akleh. Los agentes golpearon con garrotes a quienes participaban en el acto multitudinario y provocaron que los portadores dejaran caer el féretro. Asimismo, acordonaron el hospital donde se encontraba el cuerpo de Abu Akleh y dispararon gases lacrimógenos contra manifestantes. La propia policía afirmó que se vio forzada a intervenir
porque la muchedumbre coreaba incitación nacionalista
y arrojó piedras.
Shireen Abu Akleh era una veterana reportera que durante las últimas tres décadas cubrió la ocupación militar israelí de los territorios palestinos, con momentos clave como la segunda intifada, la muerte de Yasser Arafat, el sitio de Jenin en 2002 y las reiteradas incursiones contra Cisjordania. Realizó su trabajo en la agencia para los refugiados palestinos de la ONU, Radio Voiceof Palestine, Amman SatelliteChannel, MoftahFoundation y Radio Monte Carlo, hasta que en 1997 llegó a la cadena catarí Al Jazeera. El miércoles se encontraba destacada por ese medio en el campo de refugiados de Jenin para cubrir una redada del ejército israelí, cuando recibió un disparo de bala en la cabeza, a resultas del cual murió poco después en el hospital.
El primer ministro de Israel, Neftali Bennett, declaró quehubo un intercambio de tiros entre las fuerzas de seguridad y sospechosos
, y sostuvo que la periodista probablemente
murió por disparos efectuados por palestinos; el jefe de las fuerzas armadas, teniente general Aviv Kohavi, afirmó que no estaba claro quién disparó, y el ministro de Defensa, Benny Gantz, manifestó que estamos tratando de averiguar qué sucedió exactamente, aún no tengo conclusiones finales
. Sin embargo, Alí Samudi, colega de Shireen Abu Akleh que se encontraba presente y también fue alcanzado por una bala, aseguró que no había combatientes palestinos presentes cuando dispararon contra los representantes de la prensa, versión corroborada por otros periodistas ubicados en el lugar. Todos ellos portaban chalecos y cascos que los identificaban plenamente como integrantes de la prensa.
El asesinato de Shireen Abu Akleh exige un esclarecimiento sin dilaciones y el establecimiento de responsabilidades. Sin importar cuáles sean los resultados de las indagatorias, no puede pasarse por alto que este episodio de violencia sólo fue posible en el marco de la agresión continuada e inhumana de Tel Aviv contra el pueblo palestino: la presencia misma de soldados israelíes en Jenin, y en toda Cisjordania, es una violación flagrante al derecho internacional y a las resoluciones de Naciones Unidas, y constituye un inadmisible acto de ocupación. Prueba del nivel de opresión que padece la comunidad palestina está en que ni siquiera pueda expresar sus reivindicaciones sin incurrir en la violencia ciega de las fuerzas ocupantes, como se hizo patente durante las exequias.
Está claro que el único camino para evitar la repetición de sucesos tan lamentables como los de esta semana pasa por el reconocimiento de Israel al Estado palestino y el establecimiento de un diálogo de paz en pie de igualdad entre ambas partes y apegado a la legalidad internacional.